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10 de julio de 2013
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Antofagasta, antesala del cielo

Enclavada en plena puna catamarqueña, en la República Argentina, Antofagasta de la Sierra es el punto de partida para conocer paisajes surgidos de las mismas entrañas de la Tierra.
Antofagasta, antesala del cielo
Donde el horizonte no existe.

por Rodrigo Carretero

Allá donde la ruta 40 evita su destino y toma el desvío. Donde la provincial 43 acepta el reto y no teme ni a puentes ni vados. Allá donde una solitaria estación de servicio, la última, marca el final de la comodidad y el principio de lo desconocido. Desde allí y hasta el límite con Salta, más de 300 kilómetros hacia el norte, todo se torna tan variopinto, tan irreal, tan salvaje, tan inabarcable, tan catamarqueño. Atrás queda la zona central y los valles, adelante espera la Puna. El camino va serpenteando cerros, quebradas, pequeños valles fértiles, donde vacas y burros pastorean bucólicos a orillas del río El Bolsón. Pequeñas poblaciones apenas se divisan por entre las laderas y al costado de la ruta. Villa Vil, donde las aguas minerales afloran y son comparadas en su aporte con la famosa Vichy francesa, El Bolsón, Barranca Larga, Los Nacimientos. Poco más allá, el primer escollo. Desde hace un par de años la Laguna Blanca permanece desbordada y sus aguas se comieron literalmente el asfalto. Un desvío, el primero de muchos y a seguir. La naturaleza complica, pero regala postales. Un solitario flamenco permanece inmutable a la migración y apenas distrae su cotidiano quehacer.

Tras curvas y curvas, donde la próxima pareciera ser la última, pero es apenas la siguiente, aparece abajo, diminuto, El Peñon. Es la oportunidad de un descanso en la homónima hostería. Un refrigerio o un rico almuerzo reponen fuerzas y alientan a seguir. No hay carta, hay menú del día, siempre bienvenido y 8 habitaciones de alto confort. Solo restan 60 kilómetros de ripio hasta el destino tan ansiado. Hacia la derecha comienza un extenso campo de roca volcánica. Mil curiosas formas de un negro azabache dan testimonio de la erupción del volcán Galán ocurrida hace 2.200.000 años. Entre ellas se esconden algunas ruinas incas, corrales, tambos, postas. Finalmente un cartel y una laguna dan la bienvenida a Antofagasta de la Sierra.

¿Por qué llegarse hasta aquí? El pueblo está ubicado en plena puna, cercano a todos los atractivos naturales, que en su conjunto forman un patrimonio natural de una riqueza inconmensurable. La Reserva Ramsar de Laguna Grande, el cráter del Volcán Galán, los salares de Antofalla y Hombre Muerto, las ruinas de la Mina Incahuasi y el Campo de Piedra Pomez. Tanto para conocer que son necesarios al menos 4 días de estadía. El pueblito cuenta con una muy cómoda hostería municipal y varios alojamientos caseros. Se puede alquilar una casita en lo Luisa y ella lo compensará con buenos servicios y comodidades. El calor de la salamandra encendida es fundamental para mantener el buen humor. Se hace obligatorio contratar un guía local que cuente con vehículo 4x4 para llegar a conocer en profundidad cada sitio y Lauro Gutierrez se convierte en la mejor opción. Nacido en un caserío más allá de Antofalla, su profesión de técnico minero y sus años en la zona lo convierten en un excelente baqueano. Claro que más allá de eso, su sempiterna sonrisa y dedicada atención completan el combo. El precio de las excursiones se divide de acuerdo a la cantidad de pasajeros, 4 como máximo y duran todo el día. A falta de hojas de coca, para mitigar un posible apunamiento, es recomendable prepararse una infusión con pupuza, yuyo de la zona muy recomendado por los lugareños.

Salir de la ruta

Con el cuerpo y el alma aclimatados, comienzan 3 días a pura adrenalina. La primera salida es hacia el Salar y pueblo de Antofalla, pequeño caserío, de orígenes prehispánicos, donde la gente aun resiste el paso del tiempo. La pequeña capilla, tan típica del norte argentino, un viejo molino incaico, y las casitas de adobe dan la forma. Los cerros alrededor regalan el entorno mágico. Paletas de colores ocres aquí y allá, cientos de marrones, verdes, algún tono azulado y al fondo el blanco del salar, el más largo del mundo. Todo es un momento mágico detenido en el tiempo, pero el viaje debe seguir y a la hora del almuerzo, que mejor lugar que al lado de los “ojos de agua”, uno de naranja intenso, el otro azul profundo. Por la tarde, una visita al hogar de Simón y las vegas, pequeños refugios de vegetación donde las vicuñas y las aves forman hogar terminan de dar forma a un choque cultural para entender otras realidades.

El día siguiente augura un paseo más descansado. El Campo de Piedra Pomez es una de las maravillas de la puna catamarqueña. Lo componen curiosas formas talladas por los fuertes vientos, de piedra de origen ígneo, como resultado de explosiones del estrato-volcánico. Con una extensión de 25 kilómetros, la combinación de crestas rosadas rodeadas de arenas negras, volcanes y cadenas montañosas configura un viaje al pasado, de cuando el planeta aun no definía sus formas. Al regreso, el desafío es subir hasta la cima del pequeño volcán Antofagasta, una caminata de riesgo medio / alto, donde la altura, y lo inestable del suelo lo alejan de apto para todo público.

El tercer día termina de coronar la experiencia con sorpresas impensadas. Antofagasta y todo alrededor amanecen cubiertos de una densa nevada, lo que anticipa paisajes muy diferentes a los ya vistos. Salir a recorrer huellas desaparecidas bajo el manto nevisco y confiar en la sapiencia del guía sobre que orientación tomar y dejarse llevar por la incertidumbre sobre si más allá se podrá seguir o pegar la vuelta, hacen de este paseo algo muy especial. El objetivo es llegar hasta el cráter del volcán Galan, la caldera más grande del mundo, producto de una explosión colosal. Se entra a ella por el sur, a escasos 4760 msnm. En su interior se pueden apreciar enormes extensiones de material volcánico, la laguna Diamante que en verano es tapizada por miles de flamencos rosados, fumarolas, ríos de aguas termales, lugar de baño obligado y donde la comida se cuece en minutos. El recorrido hacia el norte lleva hasta el Salar del Hombre Muerto, donde se realiza la explotación de litio y las ruinas fantasmales de la mina de Incahuasi. Ya con el sol escondiéndose tras los Andes, el frío colándose por entre las zapatillas, es hora de volver a casa.

Epílogo

Para la gente de la ciudad, del cemento y el tráfico constante, llegarse hasta Antofagasta de la Sierra es animarse a romper los paradigmas de su cotidianeidad. Personas como Luisa, Lauro, Cirila, Simón y todos aquellos que viven entre la altura y la parsimonia del lento transcurrir de los días, muestran con orgullo y felicidad su lugar, sus casas y sus familias. Así es la Puna. Un territorio hostil, el imperio del viento, el reino de los volcanes, donde el hombre es apenas un punto en el mapa, pretendiendo dominar lo indomable, la naturaleza.

A tener en cuenta

En Antofagasta no hay restaurantes, por lo que los comedores de Pedro y de Cirila son las mejores, por no decir únicas, opciones para cenar. Comidas típicas como locro, frangollo, chuleta de llama, tortilla negra (de morcilla casera) y empanadas bien condimentadas, conforman un menú delicioso y bien acompañado por vino dulzón, servido en un entrañable pingüino.

No hay servicios bancarios, venta de repuestos de automotores, operaciones con tarjeta de crédito, ni traslado de rodados por fallas mecánicas, por lo que es súper recomendable llevar dinero en efectivo, contratar previamente los servicios por internet, dejar el auto en el hospedaje y no aventurarse en solitario por los diferentes atractivos. La recarga de combustible no es confiable en el pueblo, llenar el tanque antes de emprender el viaje, en Belén, Hualfin o El Eje.

Se pueden realizar actividades deportivas, pesca deportiva de truchas, cabalgatas, desafíos de enduro, safaris fotográficos, avistaje de fauna, mountain bike, turismo religioso y minero.

Como llegar

De no contar con vehículo propio, se puede contratar el transfer al mismo guía con el cual hará las excursiones.

Desde la ciudad de Salta son 500 kilómetros vía San Antonio de los Cobres, prestar especial atención al estado de los caminos, más que nada desde Salar de Pocitos hasta Antofagasta.

Desde San Miguel de Tucumán, 520 kilómetros, con varios atractivos en su recorrido.

Desde San Fernando del Valle de Catamarca, 560 kilómetros, por Andalgalá y Belén.

Estas tres ciudades tienen conexión aérea directa con Buenos Aires.

Datos útiles

Hostería Municipal Antofagasta: (03835) 471 001

Casa de Piedra: (03835) 46-3939

Lauro Gutierrez: (03834) 227692


 
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