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15 de marzo de 2013
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Atolones: Pequeñas gemas en el gran océano

Llegarse hasta ellos al menos una vez en la vida debería ser un derecho adquirido para todos los humanos. Tanta belleza para hacer nada es casi como tocar el cielo con las manos… más que casi…
Atolones: Pequeñas gemas en el gran océano
verdaderas joyas desperdigadas en los océanos

por Rodrigo Carretero
Un buen inicio del viaje es saber hacia donde se va. Opciones para elegir hay varias, pero es necesario saber que nos espera al final de la escalerilla del avión. Por eso, para decidir esta aventura, es de buen viajero contar con una definición acertada de qué es un atolón. Tomando el diccionario y algunas de las tantas e interesantes palabras escritas por Charles Darwin, un atolón es una isla coralina oceánica, por lo general con forma de anillo, no siempre circular, o un conjunto de varias islas pequeñas que forman parte de un arrecife de coral, con una laguna interior que comunica con el mar. El naturalista inglés se animó un poco más y mientras viajaba a bordo del HMS Beagle, dejó constancia que los atolones se forman cuando un arrecife de coral crece alrededor de una isla volcánica, a medida que esta se va hundiendo en el océano.
Con la definición aclarada, como segunda etapa corresponde orientar nuestro camino. No encualquier parte del mundo hay atolones. Al ser producto del crecimiento de organismos marinos tropicales, estas formaciones sólo se encuentran en aguas cálidas cercanas a los trópicos. Entonces el punto final del viaje será una isla que se ubica donde la temperatura del océano es apenas suficientemente caliente para el crecimiento del anillo. Un mapa del Edén sería el indicado para ubicarlos, pero con el Océano Pacifico alcanza. Muchas, muchísimas horas de vuelo que serán olvidadas al llegar a algunas de estas maravillas de la naturaleza.
Moorea
Su nacimiento se pierde entre los pliegues del tiempo y escapa a las frías definiciones. Moorea fue atacada por un guerrero que traspasó una montaña de la isla con su lanza, desde entonces se llamó Mou’a Puta, es decir “la montaña agujereada”. La isla alza sus cumbres volcánicas hacia el cielo, cubierta por el verde rústico de los cocoteros, palmeras y piñas. Junto a su belleza natural, la historia comparte el trono de los atractivos para llegarse hasta aquí, tal como hizo James Cook en 1777. Residencia de la  la familia real del Pomare, fue el centro principal en el que se desarrolló el protestantismo. Aquí se publicó la primera Biblia en tahitiano en el siglo XIX.
La isla hermana de Tahití es uno de los principales destinos turísticos de la Polinesia Francesa. Es posible alojarse en resorts de lujo donde el servicio es la mayor vocación de sus empleados. Los hoteles de Moorea disponen de los característicos bungalows en el agua siendo su mayor atractivo a la hora de definir el viaje romántico. Entre las actividades que se pueden realizar, figuran las visitas a la laguna para alimentar rayas y tiburones. Para alcanzar este destino, hay que llegarse en avión en vuelos de no más de 5 minutos, desde la capital Papeete, o bien a través de numerosos ferrys que cruzan el archipiélago en todo momento.
Bora Bora
"Te imagino con otro hombre, en una playa en Bora-Bora” sufría Hervert Vianna en una viaja canciónde Os Paralamas. El dolor de no poder estar en Bora Bora. La isla es la gran elegida como destino de luna de miel de parejas de todo el mundo. Situada unos 200 kilómetros al noroeste de Tahití, es considerada la isla más bonita del planeta. En sus 29,3 km² podemos encontrar playas paradisíacas (valga la redundancia y la insistencia en el adjetivo), un volcán extinto y una laguna turquesa separada del mar por un arrecife. Bora Bora está rodeada de los llamados “Motus”, que son pequeños islotes de forma alargada con abundante vegetación. El más bello y fotografiado es el llamado Motu Tapu. Debido a que la economía del atolón depende íntegramente del turismo, viajar y alojarse en algunos de los maravillosos bungalows marinos es, ya a esta altura, sentirse casi el mismo Dios. El buceo es la actividad más popular en los alrededores de la laguna y como dato curioso, en el idioma local no existe la letra “B” y todos la nombran Pora Pora, que significa “Primer nacimiento”.
Tikehau
Cada uno de los atolones se mira en sus aguas y cual Narciso, se considera a cada uno como el más bonito, el más sofisticado, el más admirado. El encanto de Tikehau está en los luminososmatices turquesa del mar, en sus islotes cubiertos de tupidos cocoteros y sus playas de arenas rosadas y blancas. Apenas explotado turísticamente, el atolón es una verdadera joya para la práctica del snorkeling. Poco más ofrecen los islotes y eso es precisamente lo que lo hace encantador. Sobreabunda la tranquilidad y los puntos donde entrar en contacto con una naturaleza deslumbrante. Hay tan sólo un resort, y alguna pensión en Tuherahera, el único poblado de la isla. Tikehau también se destaca por ser uno de los atolones con mayor cantidad de fauna ovipara. En el Islote de los Pájaros anidan muchísimas aves marinas: alcatraces de pata roja, golondrinas de mar, fragatas, petreles le dan vida a la vida.  No es tan sencillo el acceso a Tikehau. Hay un vuelo diario desde Papeete (duración: 55 minutos), 5 semanales desde Rangiroa y 3 desde Bora Bora.
Todo cuento maravilloso tiene su parte oscura. Lo que no cuentan los folletos turísticos es sobre el cercano pasado atómico de muchos de estos lugares caídos del cielo, como las bombas que estallaron en ellos. Tal el caso de Bikini, famoso por las pruebas de más de 20 bombas de hidrógeno y atómicas entre 1946 y 1958. Otro caso es el atolón Johnston, ocupado durante siete décadas por la Marina de Estados Unidos. Allí se alternaron  actividades defensivas ante un ataque de los japoneses durante la Segunda Guerra Mundial, fue escenario de pruebas nucleares, y hasta albergó en su etapa final un programa para almacenar y eliminar el arsenal de armas químicas obsoletas, después del final de la Guerra Fría. Después de todo, para llegar al paraíso, hace falta haber conocido el infierno.
Por otro lado, los atolones, estas verdaderas gemas en el océano no están tan lejanas. El océano Atlántico circunda las costas del atolón de las Rocas ubicado en Brasil. En el Mar Caribe se ubican ocho atolones al este de Nicaragua que pertenecen al departamento colombiano de San Andrés y Providencia. También Venezuela posee numerosas islas coralinas y el archipiélago de Los Roques constituye un extenso atolón cuyo relieve de origen volcánico ha venido hundiéndose hasta sólo dejar vestigios rocosos, precisamente en la isla más oriental, el Gran Roque. Sin respetar la definición del comienzo, las Islas Bermudas es un pseudo atolón porque aunque respeta la forma, tiene un modo muy diferente de formación, pero ese ya es otro cielo.... 

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