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24 de abril de 2015
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Entre Ríos con acento alemán

Un recorrido entre la capital provincial y Diamante, para adentrarse en la historia y en la vida de las aldeas
Entre Ríos con acento alemán
Atardecer en aldea

Por Ignacio Stábile
La insularidad es la característica nata de la provincia de Entre Ríos, República Argentina. Sus ríos y riachos marcan la geografía y conforman un irregular mapa hídrico, siendo sus cursos principales el Paraná, el Uruguay y el Gualeguay. Son el marco, a su vez, de las ondulaciones que presenta el terreno en el sur de la provincia, comúnmente llamadas “cuchillas”, de una fertilidad notable por ser parte de la emblemática región pampeana.
A éstas productivas tierras llegaron a partir de 1870 un importante grupo de alemanes desde Europa. No lo hacían desde su país de origen, sino que dejaron atrás el gélido clima del río Volga. En sus orillas, llegaron a afincarse casi 600 aldeas diferentes a fines del siglo XIX, como consecuencia de la política de colonización llevada adelante por la zarina Catalina II (de origen alemán), que buscaba atraer a sus compatriotas prometiéndoles diversos beneficios, entre los cuales se encontraban seguir siendo alemanes para la ley, el libre uso de su lengua, la exención del servicio militar, aunque la regla común para aquellos colonos que deseaban afincarse era que debían ser cristianos.
Con el paso del tiempo, las ilusiones de una vida próspera por parte de los alemanes se fueron diluyendo ante los incumplimientos de la zarina y las penurias comenzaron a hacerse presentes.
Fue así que miles optaron por dejar Rusia para trasladarse al continente americano. Canadá y Estados Unidos fueron los primeros destinos, pero luego Brasil y Argentina aparecieron también como posibilidades reales para iniciar una nueva vida. En el caso de éste último país, los alemanes del Volga, a diferencia de muchos inmigrantes que llegaron a las costas del río de la Plata y se radicaron en la ciudad de Buenos Aires o en los alrededores de la misma, remontaron el Paraná y llegaron a las provincias del Litoral y fue Entre Ríos la preferida, por sus notables condiciones climáticas y la fertilidad de su suelo.
Desde la capital entrerriana, Paraná, hasta la ciudad de Diamante hay unos 50 kilómetros. Ambas ciudades están conectadas por la ruta provincial 11, desde la cual se pueden tener en algunos tramos bellas vistas del río Paraná.
Comenzando el recorrido
A la mayoría de las aldeas se accede desde la ruta 11, aunque dejando la misma y haciendo a veces entre 1 y 2 kilómetros tanto tierra adentro, como en dirección al río Paraná. Esto le ha permitido a muchas de las mismas guardar hasta el día de hoy una tranquilidad alrededor de sus calles y un ambiente no exento de melancolía.
Saliendo de Paraná, luego de pasar por la localidad de Oro Verde, se llega a la Aldea Brasilera. El nombre de la misma remite directamente a la historia de la llegada de los alemanes del Volga. Previo a su desembarco en Argentina, la mayoría de los inmigrantes eligió Porto Alegre, en Brasil, como su nuevo destino, hasta que el sur entrerriano empezó a ser la nueva alternativa. En homenaje a esa primera recalada se decidió llamarla así.
A unos cuantos metros de la ruta 11, la Iglesia de San José, de estilo gótico, es el sitio distintivo del pueblo.
Sobre la ruta, dos locales característicos señalan que uno ha llegado a la Aldea Spatzenkutter: el restaurante Sigfrido y El Remanso, un típico almacén de ramos generales, que años atrás tenía inclusive expendio de combustible para quienes se trasladaban entre Paraná y Diamante.
Es la primera en contar con un juzgado de paz, cementerio y una escuela para que estudiaran los niños de las aldeas vecinas. Cuenta también con una iglesia gótica.
Retomando la ruta, se encuentra sobre la misma la Aldea Valle María, la pionera de las aldeas alemanas en ser fundada en la provincia (1878) y que lleva dicho nombre en honor a la original aldea rusa Marienthal. Es a su vez, la más grande del recorrido.
Valle María es un destino frecuentado por muchos entrerrianos de Paraná y Diamante que aprovechan el balneario sobre el río Paraná del camping municipal durante el verano. Al mismo se puede acceder desde la ruta en pocos minutos.
Antes de llegar a Diamante, localidad que cuenta con la presencia del Parque Nacional Pre-Delta, en donde  se origina este característico paisaje sobre el Paraná, a 2 kilómetros de la ruta se encuentra la Aldea Protestante, cuyo nombre remite a la religión de los inmigrantes alemanes que la fundaron en 1878. La misma se encuentra atravesada por el arroyo Las Perdices, uno de los tantos arroyos que recorre la geografía provincial.
En su plaza, además de la iglesia, puede verse antigua maquinaria agrícola utilizada en tiempos pasados por los colonos.
En cada una de las aldeas, e inclusive sobre la misma ruta, quienes realicen el recorrido de las aldeas tendrán la posibilidad de comer platos típicos en las diferentes localidades (la mayoría de las mismas tiene al menos un restaurante), destacándose la panificación y las tortas alemanas. También es posible adquirir diferentes tipos de artesanía.
Tanto desde Paraná como desde Diamante y otras localidades cercanas, los viajeros tienen la posibilidad de adentrarse en las aldeas para conocer su historia y dejarse llevar por su tranquilidad y parsimonia, como si los 140 años desde la llegada de los colonos hasta el presente fueran apenas anecdóticos.

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