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13 de mayo de 2013
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Esperar en los aeropuertos y no desesperarse

Jugar al mini golf, meditar, patinar sobre hielo, comer exquisiteces, casarse, lavar la ropa o mantener conversaciones políglotas son algunas de las posibilidades que ofrecen los aeropuertos cuando el tiempo de espera se alarga.
Esperar en los aeropuertos y no desesperarse
Patio de comidas en un aeropuerto

Por Henar Riegas
Son un mundo aparte. Un territorio plurilingüe y transnacional en el que cada día transitan miles de vidas que estarán solo de paso. Los aeropuertos son esos espacios donde el tiempo se renueva constantemente entre despegues y aterrizajes, entre despedidas y reencuentros, entre controles y aduanas; también entre cancelaciones y retrasos. Los viajeros lo saben. Más que desesperarse en el tiempo de espera hay que descubrir todo lo que ofrecen y disfrutarlo. Hay propuestas para todos los gustos, para todas las necesidades y para todos los bolsillos.
Necesidades primarias
Cuando de necesidades se trata, comer, asearse y dormir son las prioritarias, sobre todo cuando las horas se acumulan. Para satisfacer el hambre son numerosos los establecimientos dispuestos a seducir los diversos paladares. Hace mucho tiempo que en los aeropuertos ya se puede elegir mucho más que un simple sándwich. El abanico se abre en la cocina de vanguardia, continúa en las comidas étnicas, pasa por los platos tradicionales y llega hasta las conocidas franquicias internacionales que tranquilizan a los comensales menos atrevidos. Eso sí, es casi una ley que los habrá buenos y bonitos pero no baratos.
Aunque no son muchos, hay aeropuertos con duchas disponibles, pero no son gratis. En cualquier caso, Toronto, Zurich, Kuala Lumpur, Helsinki o Ámsterdam por poner algunos ejemplos, disponen de ellas.
Muchos de los que han tomado un avión a primera hora de la mañana han dormido en el aeropuerto. Las razones pueden ser varias pero cuando llega la noche son numerosos los viajeros que buscan acomodo para esperar el sueño. Lo más común son los asientosdurmiendo en aeropuerto tradicionales que no se asemejan a una cama, pero hay excepciones. En algunos aeropuertos, hay reposeras disponibles, asientos sin brazos que incomoden las espaldas más delicadas o zonas específicas de descanso y relax. Conviene prevenir que hay aeropuertos, generalmente los de ciudades pequeñas, que al tener un tránsito aéreo limitado, cierran durante la noche.
Y aún hay más. Los aeropuertos esconden un montón de posibilidades que entretendrán la espera hasta hacerla insuficiente y probablemente fascinante.
Siempre se pude leer un buen libro, enterarse de las noticias del día con los periódicos locales o internacionales y también se puede navegar por internet. Generalmente las conexiones WI-FI son de pago pero, aunque son pocas, también las hay gratuitas como en el aeropuerto de Wuhan, en China,  o en los de Ámsterdam o Helsinki, entre otros. Para las necesidades menos terrenales, los que necesiten un rato de oración, encontrarán capillas en gran parte de los aeropuertos.
Juegos, placeres y relax
Hay que viajar mucho para conocer todas las posibilidades que ofrecen los aeropuertos del mundo. Si bien muchos servicios son de pago, es cierto que las alternativas en algunos son realmente sorprendentes.
Los ejemplos lo demuestran. En el aeropuerto de Zurich se puede alquilar ropa deportiva. En Munich, hay zonas para jugar al mini golf, salas de videojuegos, servicio de lavandería y la posibilidad de ver películas y shows de temáticas de aviación, gratis. En Vancouver es posible relajarse en un spa, sorprenderse frente al acuario de 30.000 litros o contemplar el arte aborigen. El aeropuerto de Helsinki es idóneo para los amantes de la lectura ya que dispone de un servicio de intercambio de libros; también ofrece exposiciones de arte. Los masajes y las salas de oración son las propuestas más interesantes del aeropuerto de Kuala Lumpur. De vuelta en Europa, en el Amsterdam Schipol sorprende que, además de gimnasio, sauna, casino, museo y sala de meditación, tiene disponible un servicio de bodas, alternativa perfecta para los novios más trotamundos.
Puede resultar llamativo pero el aeropuerto de Hong Kong tiene jardines en los que relajar la mirada y el espíritu, aunque lo realmente sorprendente es que ofrece talleres de té e incluso de medicina china. Eso para los viajeros pacientes, curiosos y con tiempo; para los que necesiten descargar adrenalina hay estaciones de videojuegos. En el de Seúl también hay jardines para un paseo más natural pero además cuenta con el museo de la cultura coreana, galerías de artesanía tradicional e incluso una pista para patinar sobre hielo.
Alternativas sin restricciones
Esos son algunos ejemplos de las ofertas que van incorporando los aeropuertos más sofisticados del mundo y que pueden amenizar la espera, generalmente a golpe de billetera. Sin embargo, no está de más decir que hay fórmulas interesantes y al alcance de cualquiera. Casi todos los aeropuertos y sus salas de esperaaeropuertos internacionales son obras imponentes de arquitectura. Cuando el avión sale en hora y el tiempo es limitado no se miran con atención pero cuando sobra es una interesante contemplación para deleitar la espera.
El antropólogo francés Marc Augé ha acuñado el término de los “no-lugares” para mencionar esos espacios que se caracterizan por una potente transitoriedad. Entre ellos están los aeropuertos, que se definen por el circular inagotable de individuos. Esa identidad tan heterogénea y versátil los convierte en un espacio extraordinario para afinar los oídos y escuchar infinidad de idiomas, contemplar atuendos, rasgos, pieles y permitirse el encuentro y la conversación con otros, que aún con pasaportes distintos, comparten la idiosincrasia del viajero. El aprendizaje está asegurado. También la diversión y los placeres. El viaje comienza o continúa ahí. Para no perdérselo.

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