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31 de diciembre de 2014
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Fin de año: Quemar el pasado, encender el futuro

Los tradicionales festejos de fin de año con quema de muñecos abundan alrededor de todo el mundo, pero en América adquieren un significado superlativo que pone a todos los países en movimiento.
Fin de año: Quemar el pasado, encender el futuro
Los monigotes de America despiden al año viejo

por Rodrigo Carretero

Diciembre. El último mes del año combina el cansancio acumulado y el vértigo que origina ver la recta final cada vez más cercana, pero siempre queda un resto para festejar, agradecer y pedir hacia el futuro. En todo el mundo existen tantas costumbres como culturas habitan en él. La quema de muñecos es una tradición que se extiende a lo largo y ancho de la América Latina, debido a sus orígenes hispánicos que se diluyen en tiempos paganos e inmemorables. En algunos de estos países, la fuerte raigambre aborigen confluye en una mixtura de culturas que hacen de los festejos de fin de año, acontecimientos indisolubles de la tierra misma.

Para representar todo aquello que queda atrás, hay que destruir para construir, quemar para sembrar. Para ello lo más usual es utilizar monigotes. Gigantes muñecos hechos de ropa vieja, cartón o papel y rellenos de paja o aserrín que son elaborados por las familias en los barrios, fuera de la órbita o posibles concursos que las autoridades pretendan organizar. El monigote es del pueblo, la fiesta es popular. Las fisonomías de estos destinados al fuego suelen ser personajes viejos, representando al año que se va, caricaturas de políticos y hasta algunos representan al invasor español. Últimamente la penetración cultural de los Estados Unidos se ve reflejada en la gran construcción de monigotes que representan personajes de películas, series y dibujitos animados. Esto atrae a los niños que se divierten en ver a un Bart Simpson de tamaño gigante y, quizás en el inconsciente colectivo de los adultos, se pretenda espantar estos fantasmas tan reales.

De norte a sur

Si bien las características generales son similares en todos los países debido al común origen, cada región adquiere sus propios matices, lo que lo distingue del resto. Entre estas similitudes se puede citar que la incineración se hace en la medianoche del 31 de diciembre, que la quema es un ritual de purificación para alejar la mala suerte o las energías negativas del periodo que termina, alentando la bonanza del nuevo año por llegar. Los festejos se inician con caravanas con bandas de músicos que van acompañando el paso de los monigotes por los barrios hasta la reunión final en una plaza central.

Bien vale un breve recorrido por las latitudes americanas que sirva de ayuda para decidir hacia donde enfilar el rumbo en este fin de año. En México, días antes del 31 de diciembre, el monigote es puesto en la puerta de la casa de su creador para recabar limosna, que será invertida en cohetes y golosinas. En la ciudad de Veracruz, los niños y adolescentes indígenas se disfrazam de diablos y con pintorescas mascaras realizadas en madera danzan para exorcizar el pasado, bendecir el futuro.  En la región sur de Colombia, el monigote también sale a la calle, pero aquí la vecindad se organiza y se forman escenas cotidianas, como acontecimientos políticos, con humor y sarcasmo. De forma paralela, en la vera del fin de año, los varones se disfrazan de "viudas" que lloran la muerte del año que se va a quemar.

Al llegar a Ecuador, el monigote y su relevancia adquieren rango de fiesta nacional. Es quizás el país donde más se celebra y la tradición de hacer los muñecos es casi una obligación para todos los ecuatorianos.  En la zona interandina a los monigotes se les coloca una máscara con la cara del personaje a quemar ese año (casi siempre, alguien relacionado el poder económico o gubernamental). Hacia la costa, los muñecos adquieren más sofisticación en su elaboración y al ser expuestos, se les cuelgan “testamentos”, lo que el año viejo le deja al nuevo.  En la ciudad de Quito esta tradición del año viejo  ha ido creciendo tanto hasta llegar a una elaboración muy profesional. Contrariando el espíritu nativo, se organizan concursos, se exponen los monigotes en cantidad con un nivel de diseño y originalidad difíciles de superar año a año. Más hacia el sur, en Chile, la costumbre está más arraigada en las regiones Arica, Iquique, Tocopilla o Antofagasta. Allí se trata de la “Quema de Monos” y los “Salitrones”, hogueras con grandes cantidades de salitre, que encendidas en riscos a orillas del mar, provocan estruendos que estremecen el alma, como el llanto del niño (año) recién nacido. Finalmente, en la Argentina, la costumbre es muy popular en la ciudad de La plata, donde la quema de muñecos se ha ido fortaleciendo con el correr de los años, siendo ya un evento que concentra gran cantidad de gente que se acerca para ver arder los curiosos rostros de aquellos que se merecerían la hoguera eterna.  

Finalmente, llegadas las doce campanadas, el fuego comienza su trabajo de purificación, la limpieza del alma, cuerpo y conciencia se hace llamarada en las formas de los monigotes que se despiden entre humo, gritos, alegría, música y baile. A la mañana siguiente, las cenizas serán los últimos espasmos de aquello que fue, para volver a nacer y seguir adelante.  Poder decirle adiós al año viejo es apostar a crecer en el año nuevo.

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