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23 de diciembre de 2011
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Karlovy Vary (Rep. Checa), Un saludable paseo por la historia

Chequia, en el centro de Europa, es una sorpresa continua. Muchos son sus atractivos, pero uno de los más famosos es el triángulo de los balnearios, formado por Marianske Lazne, Frantiskovy Lazne y, sobre todo, Karlovy Vary, un lugar donde la mezcla de belleza, elegancia e historia cautiva al visitante desde hace siglos.
Karlovy Vary (Rep. Checa), Un saludable paseo por la historia
Vista de Hoteles históricos . Fotografía gentileza de Mónica Grimal
Texto Armando Cerra
Fotos de Mónica Grimal

La experiencia de llegar hasta la ciudad-balneario de Karlovy Vary aúna dos tipos de viajes bien distintos.
Por un lado, se trata de un viaje en el espacio, ya que Karlovy Vary, situada en la región de Bohemia, en su occidente, está muy próxima a tierras alemanas y a poco más de 100 kilómetros de la capital de Chequia: Praga.
Praga es el mayor foco de atracción turístico del país, pero una gran parte de sus visitantes, reservan un día, al menos, para disfrutar de Karlovy Vary, una población pequeña, completamente rodeada de bosques a los pies de los Krusné hory (los montes Metálicos).Karlovy Vary - Columnata en las calles
El emplazamiento ya es bellísimo, pero al adentrarse en el casco urbano comienza el otro tipo de viaje, un desplazamiento en el tiempo, concretamente a los años de la Belle Époque centroeuropea. Con un poco de imaginación, uno puede fantasear con personajes vestidos con las ropas de la emperatriz Sissi que pasean por las calles, entran a sus hoteles y beben agua de los manantiales repartidos por la ciudad.
De hecho, es el valor de sus aguas lo que hace mundialmente famosa a la localidad. El número de manantiales ronda el centenar, y en ellos fluyen aguas que oscilan entre los 30º y los 73º, todas ellas de alto contenido mineral y apreciadas especialmente para afecciones del aparato digestivo. 
Karlovy Vary es un claro ejemplo de un destino que se goza más si previamente se ha leído sobre él. Sabiendo que en el lugar se alojaron emperadores, reyes, zares y gran parte de la aristocracia europea se puede especular con las intrigas políticas, económicas y amorosas que aquí se concibieron.
No obstante, también acudieron a Karlovy Vary personalidades culturales de la talla de Mozart, Beethoven, Goethe, Mark Twain o Karl Marx. Por ello, uno llega a la ciudad con ganas de conocerla y espera captar algo de la inspiración que aquí tomaron semejantes talentos.
Obviamente, los genios son genios, y el grueso de los turistas se conforman con recorrer el casco histórico contemplando sus lugares más emblemáticos a orillas del río Tepla, que significa caliente, ya que ni en el más crudo invierno llega a helarse.
Rio TeplaA ambas orillas del río se despliegan los establecimientos balnearios, casi todos ellos hoteles históricos como el Grand Hotel Pupp, construido en 1701, uno edificio carismático de la ciudad. En realidad, las grandes construcciones barrocas y del siglo XIX abundan en el centro formando un conjunto de gran interés histórico y artístico.
Pero lo que imprime una personalidad propia a Karlovy Vary no son esos palacios, casonas y hoteles privados, si no los espacios públicos que los unen. Las zonas ajardinadas y las tradicionales columnatas que cubren algunas calles y acogen las fuentes medicinales.
Por estas columnatas caminan los visitantes equipados siempre con una peculiar jarrita de porcelana para ir sorbiendo las aguas de las fuentes. No es recomendable abusar de esta agua. Primero por su elevada temperatura y segundo por su carga mineral, que en exceso puede ser perjudicial.
Las gentes que se ven por Karlovy Vary, hoy y ayer, son de las más variadas procedencias y credos, y para constatarlo basta con comprobar que los diferentes templos de la zona histórica pertenecen a variadas creencias, desde la ortodoxa rusa dedicada a San Pedro y San Pablo hasta otras protestantes, católicas, e incluso hubo una sinagoga judía, que durante la ocupación nazi fue destruida.Paseos en calesa
Aunque de todas ellas, tal vez la más hermosa sea la iglesia de Santa María Magdalena, construida en la primera mitad del siglo XVIII y cuya máximo atractivo es ver como el templo se construyó con una curiosa forma concebida a partir de dos elipses.
En definitiva, llegar hasta Karlovy Vary es un viaje a un lugar histórico, donde la belleza es la norma y todo lo que uno halla por sus calles invita a la calma y al goce de los pequeños detalles.

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