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25 de abril de 2014
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La selva prevalecerá

El Parque Nacional Tayrona, en el norte de Colombia, se ha transformado en un santuario del verde. Allí encuentran refugio y protección cientos de especiales vegetales y animales, pero a la vez, las diferentes actividades y gran cantidad de hospedajes producen no pocos inconvenientes.
La selva prevalecerá
Parque Tayrona, un lugar que debe preservarse

por Rodrigo Carretero

El Parque Nacional Natural Tayrona se encuentra a escasos 34 kilómetros al norte de la turística ciudad de Santa Marta. El parque nace en 1964 y alberga unas 15 mil hectáreas (12 mil terrestres y 3 mil de faja marina). Tal dimensión posibilita la existencia y sobrevivencia de diferentes ecosistemas de tierra y mar. La altura máxima está dada por la Sierra Nevada de Santa Marta, a 900 metros del nivel del mar. Las poblaciones originarias, tras haber resistido el embate de aquellos que escriben la historia, mantienen sus poblados organizados a lo largo de la cuenca de los ríos y la zona baja costera comprendida dentro del Parque. A esta zona se la conoce como Línea Negra, una especie de frontera que delimita los territorios ancestrales y sagrados de la civilización precolombina Tayrona, de quien finalmente el parque tomó su nombre, cuyos descendientes Kogis, Arhuacos, Kankuamos y Wiwas todavía veneran los lugares sagrados y las ruinas arqueológicas. Luego de muchos años de exclusión y persecuciones, dado que su principal medio de vida era el cultivo de la hoja de coca, hoy, la gente se ha volcado al turismo, basado en una relevante conciencia de preservación del ecosistema y así mostrarlo al visitante.

La importancia de Tayrona es tal que también fue declarado por la UNESCO como Reserva de la Biosfera y Patrimonio de la Humanidad. La vegetación está dada por condiciones ecológicas especiales como las precipitaciones fluviales diferentes en el sector y a las variaciones de altura; lo que se traduce en varios sitios bien diferenciados de biomasa. Desde los matorrales, pasando por bosques secos de árboles espinosos hasta llegar al bosque húmedo, de exuberantes y variopintos verdes durante todo el año, caracterizados por la neblina que los envuelve. Esta variación de flora se aprecia al ir subiendo la altura de la sierra. En los diferentes ambientes nace, se reproduce y muere una fauna muy diversificada. Los mamíferos sobrepasan las cien especies, resaltando los murciélagos, que por sí solos, suman el 70% de aquellas. En cuanto a las aves, se ha calculado la existencia de más de 200 especies diferentes, aunque se especula con la existencia de muchas más, aun no descubiertas. En las 3.000 hectáreas del cinturón marino, hay arrecifes coralinos que forman una barrera protectora contra las olas y refugio de numerosas especies de peces.

Para una introducción a lo que luego se verá, es bueno darse una vuelta por el Museo Arqueológico de Chairama que está ubicado en el sector de Cañaveral, dentro de la zona de alta intensidad de uso del Parque, cerca al Centro de Visitantes. La exposición permanente, constituida por piezas arqueológicas recuperadas en Pueblito y en otros asentamientos del Parque, se distribuye en dos plantas. Desde allí parten los diferentes senderos que llevarán al visitante a un recorrido donde el silencio se impone para disfrutar de los sonidos de la selva y hacer posible el avistamiento de los diferentes animales. Algunos de los recorridos posibles de hacer son: la Playa de Arrecifes con corrientes de agua dulce todo el año proveniente de la quebrada de Santa Rosa. En la Piscina está permitido darse un baño de espiritualidad entre la calma sempiterna de sus aguas transparentes y paisajes de ensueño. El río Piedras, hace honor a su nombre. Entre ellas, se forman ollas naturales donde poder nadar o sumergirse de una zambullida. Otros sitios imperdibles del parque son el Cabo de San Juan de Guía ó el Sendero Los Naranjos.

Sin dudas uno de los grandes beneficios para el turista y a la vez, la gran contra con la que lidia la naturaleza es la gran cantidad de hospedajes que se ubican dentro del parque. Desde campings hasta resorts cercanos al lujo, hacen que mucha gente, quizás demasiada, decida alojarse en medio de tan paradisiaco lugar y, ya se sabe, la presencia humana casi siempre resulta dañina al medio ambiente. Se calcula que el 70% del territorio está en manos del sector privado, con más de 10 mil hectáreas que fueron negociadas por colonos, empresas y reconocidas familias. Esto ha sido y es, tema de eternas discusiones y discordias, de si, por ejemplo, otorgar o no permisos para la construcción de lujosos complejos turísticos. Más allá de tanta politiquería lo cierto es que el Parque Nacional Tayrona es un destino muy popular entre los colombianos y muchos extranjeros, debido a su amplia gama de actividades, dirigidas a familias, jóvenes y adultos. Lo que aseguran los hoteleros que los que llegan al Parque es toda gente que respeta la naturaleza. Entre las actividades que se promocionan y se pueden practicar figuran el senderismo, cabalgatas, natación, buceo, snorkeling, avistamiento de aves.

Datos a tener en cuenta en la visita: La temperatura promedio anual del parque es de unos 27°c. Se aconseja el uso de sombreros, repelentes de insectos, calzado apropiado y ropa cómoda. Para llegar hasta el parque, desde la Plaza del Mercado de Santa Marta, salen colectivos de manera constante que acercan a la entrada del parque o si se lo requiere, hasta la misma puerta de la posada o camping elegido, que se encuentran desperdigados por los diferentes sectores del parque. 

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