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25 de junio de 2012
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Los colores, lujos y riquezas de Rajastán

Al oeste de India, en la frontera con Pakistán, el estado de Rajastán nos sorprende con sus fortalezas, templos y lujosos palacios, testigos de un pasado de esplendor listo para ser descubierto.
Los colores, lujos y riquezas de Rajastán
El palacio Amber en Jaipur
Texto: Aldana Chiodi 
Fotos : Aldana Chiodi y Dino Feldman
El Rajastán, tierra de antiguos reyes, donde la opulencia era símbolo de estatus, conserva en la actualidad algunos de sus más impresionantes edificios, muchos de los cuales se han transformado en museos u hoteles de lujo. Hacer un recorrido por el estado rajastaní y revivir la vida de los marajás invita a pensar en colores, ya que cada una de sus principales ciudades se caracteriza por uno.
El blanco de Udaipur. Dicen que es la ciudad más romántica del Rajastán y muchas parejas occidentales aprovechan la visita para declararse amor eterno. El lago Pichola es el centro de esta ciudad, rodeada por los montes Aravelli, donde el Palacio de la Ciudad (el más grandes del Rajastán) y el Lake Palace (en el centro del lago) deslumbran con sus mármoles blancos, tanto de día como de noche. Una parte del Palacio de la Ciudad se transformó en museo, mientras que las secciones con vistas al lago son, en la actualidad, dos hoteles de lujo donde uno puede sentirse como un príncipe rajastaní.
El rosa de Jaipur. La capital del estado rajastaní fue fundada en 1727 por el marajá Jai Singh II, con el objetivo de descentralizar el congestionado fuerte de Amber, a unos 11 km de allí. Pero en la actualidad, los roles se invirtieron, ya que la ciudad antigua de Jaipur es una urbe caótica y llena de bazares, donde el regateo es el principal arte, mientras que Amber es un oasis de tranquilidad. Unos 150 años luego de su fundación, el por entonces marajá Ram Singh ordenó pintar toda la ciudad de rosa, color relacionado con la hospitalidad, para recibir al Príncipe de Gales.
Entre los palacios más importantes se destacan el Hawa Mahal (o Palacio de los Vientos) y el Palacio de la Ciudad. Ambos pueden visitarse desde la mañana hasta las primeras horas de la tarde.
El amarillo de Amber. A 11 km de la capital estatal, rodeada por bajas montañas y protegida por el fuerte-palacio con un exquisito color miel, es el lugar ideal para caminar por sus calles e imaginar el esplendor de quienes allí vivían. La visita al fuerte-palacio es una de las más interesantes del Rajastán, sobre todo si se hace con la ayuda del audioguía.
La construcción se inició en 1592 por el Marajá Man Singh. El recorrido incluye la visita a los departamentos del marajá con relieves en mármol y espejos en el techo, y los aposentos de las mujeres, comunicados directamente con el del marajá.
El oro de Jaisalmer. Rodeado por el Desierto del Thar, el fuerte de Jaisalmer, con su palacio, se levanta sobre la colina de Trikuta como un castillo de arena en el medio de la nada. El ocre, el dorado y el amarillo invaden toda la ciudad, tanto fuera como dentro del fuerte, construido en el siglo xii. Pasear por las intrincadas calles del fuerte nos permite sumergirnos en la vida actual de la ciudad, pero al mismo tiempo nos trasporta al pasado. Las caravanas de camellos llegaban junto con los comerciantes transportando objetos y especias entre India y los territorios de Asia central. Además de visitar el palacio real se pueden recorrer algunas havelis, las residencias tradicionales que deslumbran con su decoración. Muchas de ellas se transformaron en hoteles u hosterías, que mantienen la estructura original.
El azul y el terracota en Jodhpur. El imponente fuerte Mehragarth parece custodiar la ciudad azul desde la cima de una montaña. Murallas adentro, el fuerte esconde una serie de palacios en color terracota, algunos de los cuales se encuentran bellamente decorados con incrustaciones de marfil y oro. Aquí también es una buena opción recorrer el complejo con el audioguía, ya que además de escuchar la historia de los marajás se conocen secretos y anécdotas divertidas sobre la vida de las familias reales.
Todos los colores en Pushkar. Esta pequeña localidad parece resumir el espíritu rajastaní. Allí no sólo encontramos el blanco de los palacios, el amarillo y dorado de los colores del atardecer y el azul de sus templos, sino que se suman los vivos colores de los saris (la vestimenta típica delas mujeres indias) durante las peregrinaciones hindúes hacia el lago sagrado. Un lago rodeado por templos, desde los cuales bajan escaleras (ghats) en las que mujeres y hombres rezan y se bañan en las aguas sagradas. Algunos de esos ghats tienen una importancia especial, como el Gandhi, desde donde se esparcieron algunas cenizas del líder nacionalista indio.
La mejor época para conocer este colorido estado de la India es de octubre a marzo, cuando las temperaturas no son tan altas y la humedad es soportable. Pero en cualquier época del año podemos descubrir sus colores, fuertes, palacios y templos. Y si tenemos suerte, hasta nos pueden invitar a participar de alguna boda india, una de las ceremonias más coloridas y extensas del mundo, ya que las más tradicionales duran hasta siete días.
Más información
Para conocer más de cerca la vida de opulencia y excentricismo de los marajás, con sus harenes, palacios, tradiciones y su pasión por las joyas, los Rolls Royces y la cacería de tigres, se puede recurrir a la novela histórica de Javier Moro: Pasión India. El autor muestra las características de la vida en el Rajastán, a través de la historia de una española de 17 años, que en 1908 contrae matrimonio con el marajá de Kapurthala.
Si alguna vez has estado en algún lugar exótico como este, compartelo con nuestros lectores en la sección de relatos.


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