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15 de septiembre de 2008
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¿Qué es un hostel?

Elegidos por los jóvenes viajeros de todo el mundo, estos alojamientos son una solución práctica y económica que, además, permite hacer amigos e intercambiar experiencias.
¿Qué es un hostel?
Los hosteles, los preferidos por los jóvenes viajeros (clickear para agrandar imagen)

Los hosteles cuentan con espacios para compartir con los otros huéspedes (clickear para agrandar la imagen) En 1912, en la ciudad de Altena, Alemania, Richard Schirrmann convirtió un viejo castillo reconstruido en el primer hostal para jóvenes, sin saber siquiera que lo que estaba creando no era tan sólo un albergue sino una forma de vida, una nueva cultura que modificaría la forma de viajar de miles de viajeros de todo el mundo.

Al intentar explicar lo que es un hostel, es imposible ser totalmente objetivo, ya que sus mayores atributos se dejan ver por el lado emotivo, aunque, como es lógico, cada uno lo ve de diferente manera. De todos modos, intentaremos ser lo más claros y abarcativos posibles en su descripción.

Un hostel, un hostal, un albergue, o como lo quieran llamar, es, en primera medida, un sitio en el cual se brinda alojamiento económico para mochileros, viajeros o trotamundos.

Asimismo, no cualquier persona puede ir a un hostel. Si bien el factor económico influye, no todos se hospedan ahí simplemente para ahorrar dinero. Una persona que acude a este tipo de alojamientos tiene una cultura, una forma de ser, un modo de viajar determinado, muy diferente a la de la persona que recurre a un hotel, cualquiera sea su categoría.

A diferencia de éste, donde cada uno arma su día y su plan de viaje adentro de su cuarto, el hostel se diferencia por tener muchos espacios comunes, espacios de intercambio donde cada uno dice presente y se siente orgulloso de mostrar de dónde viene, y siente gran curiosidad por saber quién es el otro, qué hace, de dónde viene, cómo es su idioma, entre otros miles de interrogantes.

UAcogedores y sencillos, dos características de los hosteles (clickear para agrandar la imagen)n alto porcentaje de las personas que entran a un hostel lo hacen solos, la gran mayoría por elección, ya que de eso se trata. La idea es recorrer el mundo libremente, sin ataduras, sin pasajes ni paquetes de viaje comprados con antelación. El placer de tener una agenda vacía (aunque sea por unas semanas) es lo que le da ese gustito particular a cada viaje.

Despertar en un hostel es ir al bar, desayunar, preguntar a quien atiende o a otros viajeros qué lugares son aconsejables en la ciudad, cómo se llega a ellos, cuánto dinero se gastará... O tal vez se puede preguntar a otros huéspedes que harán ellos, si ya conocieron la ciudad, y qué tipo de recomendación podrían dar. Si entre esas respuestas hay alguna que despierta nuestro interés, seguramente esa persona lo notará e invitará a emprender el mismo rumbo.

Si la jornada fue divertida para ambos, es posible hacer planes para la noche. Pueden preguntarle al recepcionista del hostel qué puede hacerse por la noche y éste les dirá todas las alternativas posibles, así como también les comentará que todas las noches, todos los huéspdes tienen la costumbre de juntarse en el bar a tomar algo para luego salir todos juntos al mismo lugar. Esta es una excelente oportunidad para conocerse e intercambiar tragos, ideas, idiomas y costumbres.

Postal típica de los hosteles, lugar ideal para hacer amigos (clickear para agrandar imagen)Y sí, todo eso puede pasar sólo en las primeras horas. Seguramente al día siguiente estarán cocinando juntos, ya que es mucho más barato que comer afuera y, además de esto, siempre hay algún voluntario que desea mostrar sus dotes culinarios y cocina algo típico de su región para que todos experimenten, mientras se cuentan viejas y nuevas historias de viajes y de vida. Después de la comida, algún valiente se animará a tocar la guitarra y cantar algunas canciones, o tal vez alguno proponga ver una linda película mientras la comida hace su digestión.

Pero no todo es tan fácil como parece. No se trata simplemente de llegar al lugar y esperar que todo se dé mágicamente. Para esto hay que ser una persona abierta, dejar la timidez en la puerta y empezar a mostrarse tal cual uno es, sin miedo al ridículo o a la opinión del otro.

Al final de la estadía, la persona se sentirá más completa, con un poquito más de sabiduría. Se sentirá bien por haber conocido una nueva ciudad, aunque un poco melancólica por dejar el hostel, un mundo nuevo, un lugar del que no querrá irse. Pero no importa, ya que es costumbre intercambiarse los correos electrónicos por si algún día el destino y la mochila los encuentran en las mismas tierras. Tal vez, incluso, puedan conocer sus lugares de origen, familias y amigos, o quizás decidan continuar si viaje con esa persona en otra ciudad, en otro mundo, en otro hostel…

Colaboración de Martín Miguel - Manager La Rocca Hostel
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