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13 de junio de 2014
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Laberintos de la China imperial

Beijing es una ciudad de contrastes. Una ciudad de hutong entretejiendo la realidad detrás de la fachada moderna. Una ciudad de estrechas callejuelas que le dan un color casi irreal, casi de otro mundo, que atrae tanto a historiadores como a miradas curiosas y fotógrafos de lo distinto.
Laberintos de la China imperial
Beijing

Por Guadalupe Araoz

Cuando desde Occidente pensamos en China nos imaginamos una gran estrella roja, corrupción, fábricas con millones de personas, productos con un precio irrisorio que suelen no durar lo deseado y, ¿por qué no decirlo? un millón de hombres de ojos rasgados escupiendo el suelo. La futura potencia mundial que, a nuestros ojos, es un rey sin sangre real. Estamos lejos de imaginarnos ciudades como Beijing con sus rascacielos, la inexplicable limpieza de sus calles, la aún más increíble modernidad y eficiencia de sus subtes, su moderno cuadrante financiero, el impactante conjunto de galerías de arte Factory 798 que forma parte de la vanguardia artística asiática, sus increíbles monumentos históricos como la ciudad prohibida y el palacio de verano. Pero Beijing es mucho más que ello. Pensada y re-armada como “la puerta a la nueva China”, entre lo moderno y lo imaginario aún quedan los vestigios del viejo imperio. Loshutong encabezan las curiosidades que hablan del pasado del país y que sobrevivieron a la era moderna.
La palabra Hutong hace referencia a antiguos barrios tradicionales, de más de 800 años, construidos durante las dinastías Yuan, Ming y Quing. Su nombre proviene de la palabra mongol "Hottog" cuyo significado es "pozo de agua". Esto se debe a que, en la antigüedad, sus habitantes tenían en cuenta la localización de los pozos de agua para su construcción. Son sistemas de calles estrechas, antiguamente empedradas, que contienen las típicas fachadas grises de las casas tradicionales. Muchos fueron convertidos en un atractivo turístico repleto de tiendas de chucherías y puestos de comida al paso. Pero si se sale del circuito turístico, se puede apreciar la realidad de contrastes que brindan.
Los hutong al este y al oeste de la Ciudad Prohibida, donde residía el emperador, eran destinados a los miembros de la familia imperial y los nobles, ya que la cercanía al centro de poder era símbolo de status social. El norte y el sur fueron ocupados por los comerciantes y el vulgo. La diferencia es notoria en la arquitectura de fachadas pobres, sin grandes jardines ni ostentosas ornamentaciones.
Una de las curiosidades de estos laberintos estrechos, son sus nombres que rayan lo poético. Eran elegidos según las características del lugar donde se encontraran. El nombre “Ojo de aguja” nos lleva a imaginarnos un callejón tan estrecho que apenas entra un hombre en bicicleta, “Ocho curvas” suena casi privativo para aquellos motociclistas poco experimentados y “La calle de los peces dorados” te traslada a la China de los mercados donde los pescadores exhiben sus mercancías.
Los siheyuan son las antiguas casas chinas como las que vemos comúnmente en las películas orientales y que se encuentran en el interior de los hutong. Se trata de una construcción cuadrangular con patio central descubierto con árboles, estanques y flores. Las cuatro casas laterales dan al patio que suele ser el punto de encuentro de sus habitantes. Pueden estar habitadas por distintas o una misma familia.beijing
Las puertas del siheyuan suelen estar pintadas de rojo y ubicadas en la esquina sureste de la estructura según dicta el Feng Shui. Cuando uno se asoma, con mucha curiosidad, por alguna puerta entreabierta, no va a ver el patio ya que suelen tener una pared intermedia construida para proteger las casas de los intrusos y los malos espíritus. Con este fin, las más ricas también portaban dos leones míticos una a cada lado. Si bien por fuera no suelen llamar mucho la atención, una vez dentro se entiende por qué aún son utilizadas. Espaciosas, cómodas y silenciosas, brindan un descanso ideal del ritmo de la ciudad que los rodea.
El comienzo de la República Popular de China (1949) llevó a la destrucción de parte de la vieja arquitectura para dar lugar a calles amplias, avenidas y edificios modernos. Más adelante, a causa de la concesión a Beijing de los Juegos Olímpicos de 2008, se derribaron muchos de estos barrios para crear la actual “cara bonita” que sería la puerta de entrada al país para occidente.
Hoy en día hay censados 360 hutong con nombre pero se cree que existen más de 4’500 esparcidos por la ciudad. La falta de designación hace imposible su recuento.
Muchos de los que fueron reconstruidos para el turismo están protegidos por ley. Las reformas arquitectónicas aún continúan. El resto está desapareciendo poco a poco, víctima de la modernización y el status que confieren los precios de las nuevas propiedades. Con el paso del tiempo fueron convirtiéndose en el recuerdo de la vida en la época de la ciudad imperial. Quedarán aquellos que hablan bien de la ciudad pero que quizás no muestran demasiado su antigua realidad.


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