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27 de febrero de 2015
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Bohemia: Magia por sus cuatro puntos cardinales

Además de contar con un lirismo en su pronunciación, la región más visitada de la República Checa guarda en su corazón a la enigmática Praga y en sus alrededores serpentean rincones que avivan ese adjetivo de cuento de hada, tan común para todos sus visitantes
Bohemia: Magia por sus cuatro puntos cardinales
Cesky Krumlov

Por Osjanny Montero González
La República Checa  está dividida en tres grandes regiones: Moravia, Silesia y Bohemia. Esta última goza del privilegio de ser la más visitada, debido a sus casitas de colores, sus múltiples y medicinales balnearios, sus bosques casi virginales y el gran desarrollo turístico que ofrecen seguridad y comodidad al viajero, sea del continente europeo como ajeno a éste.
Aunque en el corazón de Bohemia lata Praga con todo su esplendor, en los alrededores también se puede encontrar magia. En las siguientes líneas dibujaremos un mapa sugestivo para explorar a la región en sus cuatro puntos cardinales.
PUNTO SUR
Inscripta desde 1992 en la lista de Patrimonio de la Humanidad, la ciudad de Cesky Krumlov cautiva por su activa oferta cultural, además por atesorar uno de los castillos mejor conservados de toda Europa central. Homónimo a la ciudad, Kutnala infraestructura data del siglo XIII y se puede recorrer entera durante todo el año. En su interior aguardan la torre palaciega, que ofrece una panorámica del lugar, un teatro de estilo barroco y un peculiar lapidario que exhibe estatuas y fosas, en donde permanecen almacenados antiguos osos criados en los jardines del palacio.
Otra opción bastante tentadora son las aguas mansas de Lipno, ancladas en el territorio de Sumava. En el lago se pueden practicar deportes como el windsurf, la navegación en botes de vela, la pesca o, sencillamente, se puede echar un chapuzón y disfrutar de la natación.  Bordeando las aguas hay caminos muy amigables para andar en bicicleta o sobre patines e inclusive es posible adentrarse en su vegetación hasta descubrir la espesura de bosques, lagunas chicas y vegetación exótica.
PUNTO OESTE
A sólo 140 km. de Praga se encuentra Karlovy Vary, el balneariomás grande del país checo. Diseñado durante el reinado de Carlos IV sus propiedades medicinales llevaron a pensadores y creadores como Goethe, Beethoven y Marx a visitarlo anualmente. Hoy en día, es una tradición acercarse a las fuentes térmicas desplegadas por toda la ciudad con una jarrita que se llena del líquido hirviente y se toma en pequeños sorbos que le aseguran dar por terminado con dolencias y malestares físicos por un par de días.
KokorinUna segunda razón para reivindicar el oste bohemio son sus cristales, bien lo canta Joaquín Sabina: “si hay que pisar cristales que sean de Bohemia” y es que en el pequeño poblado se encuentra una empresa mítica y romántica, pues aún cultiva el arte de la artesanía en la producción de cristales y porcelanas que se distribuyen internacionalmente.  Fundada en 1892, la fabrica Moser  tiene la fama de crear el “Cristal de los reyes”; cuentan que pedidos exclusivos pueden demorar hasta un año y que sus artesanos sobreviven a los excesos del fuego gracias al consumo de  15 litros de agua en cada jornada de trabajo.
PUNTO ESTE
Si Sudamérica tiene su Potosí, Europa tiene su Kutná Hora. La ciudad conocida por ser rica en plata acogió en el siglo XIV  a la Casa de la Moneda y de ella se extrajeron ricas cantidades del mineral que le otorgaron el lema de “Ciudad real”.  No en vano se levantaron castillos, grandes iglesias y edificaciones colosales que le valieron otra medalla histórica: ser considerados por la Unesco, en 1995, como Patrimonio de la Humanidad.
Curiosamente, a tres kilómetros del lugar se encuentra el Barrio de Sedlec que muestra una cara oscura-pero igual atrapante- de la mágica región. Se trata de la Capilla Kostnice, decorada en su interior con más de 40.000 huesos humanos. En la visita podrán verse calaveras colgadas en lámparas, como extensión de columnas o en rincones amontonadas con otros pares.
PUNTO NORTE
varyCerquita de la capital checa, a sólo 34 km. se llega a Melnik; capital del vino y sede de la Fiestaanual de la vendimia, celebrada la segunda semana de septiembre desde 1878.  Por tres días seguidos la plaza principal es epicentro folclórico, gastronómico e histórico con sabor al mejor vino checo como anfitrión estelar. Es costumbre que la fiesta culmine con una escenificación de la entrada a la ciudad del rey Carlos IV, más un juego de luces artificiales sobre el cielo.
Además del líquido de los dioses, en el norte bohemio también hay oportunidad de jugar a cazar hadas y princesas (o por qué no algún príncipe azul).  Para hacerlo hay que explorar el área natural de protección nacional llamada Kokořínsko, que en sus profundidades alberga al castillo Kokorin, de murallas de piedra y estilo rural construido en el siglo XIV.  La edificación sirvió de inspiración para poetas y músicos del período romántico y aún hoy está abierto al público.
Todos estos rincones bohemios vislumbran una República Checa con fronteras abiertas fuera de Praga y también revelan una vez más que la magia de este país también sobrepasa el mítico encanto de su capital. 

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