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12 de octubre de 2016
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Samoa para escapar del ruido

Hay un lugar en el que apenas se escucha el mar, en que no hay paredes como barreras y en el que los animales caminan junto a ti en las calles; un lugar en que el cielo se viste de palmeras y no es viejo, es tan joven que te invita a celebrar la vida sin apuros.
Samoa para escapar del ruido

Por Osjanny Montero González
Y tiene nombre y es real. El Estado Independiente deSamoa ocupa la región conocida como Polinesia, en un continente del que poco se habla: Oceanía, y que se caracteriza justo por estar rodeado de aguas transparentes, de un matiz tan azul que es fácil perderse en el horizonte. De seguro has leído sobre la Polinesia francesa o inglesa e, incluso existe una minúscula isla conocida como Samoa Americana pero ¿de Apia o Upulu? Suponemos que no y eso es parte de la magia que oculta la isla, ser desconocida y disfrutada por apenas pocos privilegiados.
Si te animas puedes ser uno de ellos, pero advertencia: es difícil la llegada, está cerca de Hawái y Nueva Zelanda, pero no pertenece a ninguna de las dos. Samoa se independizó hace 50 años, es una nación joven que irradia la lozanía de una adolescente curiosa y gustosa de recibir compañía de cualquier parte del mundo, pero si te arriesgas tienes que saber lo siguiente:
En Samoa no hay grandes diversiones ni lujosos centros comerciales ni cines o restaurantes cinco estrellas. Tampoco hay cadenas hoteleras de descomunal arquitectura ni estadios de fútbol. Nada de extravagancias. En la isla joven hay casas sin paredes y sin puertas, por lo que es normal ver a cerdos, caballos y gallinas caminando y comiendo libres por el pasto,  como también es normal ver a las jovencitas cubiertas con sombrillas, andando por plazas y parques, y los chicos cargando con cocos, papayas u otras frutas de un lado hacia el otro. Esas sí que son escenas cotidianas de Samoa.
Si ya te estás enganchando te contamos que hay algo más, Samoa es un destino buscado por su silencio, porque su poca población permite escapar del ruido estridente de las grandes metrópolis, su aire puro y bañado de un mar cálido es un boleto directo a la tranquilidad y por qué no, al encuentro con tu yo más íntimo o, también, a la unión sin interrupciones con un ser muy querido. Y sí, no hay paredes en los tradicionales fales, pero sí está permitido “bajar la cortina o persiana” cuando se necesite intimidad.
Otro dato para quienes se preocupen por la ausencia de paredes es que en la isla sí hay casas comunes o “europeas”, como le dicen ingenuamente sus pobladores, pero sean construidas por familias o por emprendimientos turísticos, es un deber acompañarlas por las otras, las tradicionales fales ausentes de puertas y ventanas. Como verás, las costumbres en Samoa son muy importantes y lo más valioso es que son cumplidas por sus habitantes como un ritual que asegure la permanencia de su pasado étnico, en el que miedos y secretos no existían. Una lección por aprender en este mundo tan globalizado.
Si quieres escuchar a otros
Upolu es la mitad más poblada de toda Samoa, por tanto si te decides por visitar la isla una buena opción para aclimatarte a sus modos de vida es iniciar recorrido por aquí, para que tengas la oportunidad de charlar con la gente e interactuar con otros visitantes que la escogen porque es la parte mejor desarrollada turísticamente.
Para empezar, puedes pasarte el día entero en el To Sua Ocean Trench, un parque que representa un desafío para visitantes osados que amen las piscinas naturales en medio de una vegetación extraordinariamente verde y rocosa. Unos preferirán tumbarse en sus jardines bien cuidados, mientras otros se decidirán por bajar la larga escalera musgosa que separa a la montaña del agua. De lograrlo, el baño reconfortará los minutos de tensión por no fallar un escalón y de no hacerlo, sencillamente, caerás de un golpe al hoyo líquido y te reirás después, al mirar a los alrededores, porque de todas las experiencias en la isla, esta es una de las mejores.
Pero, si lo que necesitas son vacaciones alejadas de cualquier tipo de riesgos hay dos playas que no tienen nada que envidiarles a las populares de Brasil, México, Costa Rica o Venezuela y la mejor parte es que están rodeadas de palmeras, ¿quién hubiese imaginado que en plena Oceanía el paisaje iba a estar cubierto por estas plantas caribeñas? Pues, la magia en Samoa da para eso y mucho más.
Lalomanues la preferida para hacer snorkel, pues hasta en la orilla te encontrarás con peces y unas cuantas tortugas. Su arena blanca la hace parecer iluminada en horas de intenso sol y su mayor virtud es no tener que cazar sillas o sombrillas, pues  la poca concurrencia hace que, para muchos, sea considerada aún como una playa virgen.
Paradise Beaches, quizá, la más renombrada internacionalmente y eso gracias al actor estadounidense Gary Cooper quien se paseó por su arena virgen, en los primeros años del nacimiento de Samoa como nación y desde allí llamó la atención de cientos de viajeros sedientos por descubrir nuevos paraísos y, no es mentira, lo pintoresco de esta playa es que además de palmeras, está rodeada de un conjunto de rocas negras que aportan mucha mística al entorno natural.
Si quieres escucharte a ti
Si Upolu es la mitad más grande, Savai’i es el lado más tranquilo y al mismo tiempo misterioso, pues el territorio está formado sobre un volcán de reciente erupción (1911) y es dueño de una historia oral que señala que allí llegaron las primeras etnias, siendo en tanto un sitio sagrado con pirámides y bosques profundos por descubrir. Por eso, es el lugar que recomendamos visitar si vas solo, en un plan de viaje íntimo y de sana introspección.
Las pequeñas y vírgenes Fa'asaleleaga, Gaga'emauga, Vaisiganoy Palaulison algunas de las islas que encontrarás a este lado de Samoa y lo curioso es que no están del todo delimitadas ni señalizadas, de modo que si decimos descubrir es bueno que lo tomes muy literal. Cada playa se te irá mostrando a medida que te vayas adentrando en su vegetación verde.
Hacia este lado también es común observar a ancianos vestidos con las túnicas tradicionales de la cultura samoana, practicando rituales o discutiendo asuntos domésticos en cualquier calle o plaza pública.
Sobre la pirámide poco se sabe, algunos hombres se prestan como guías para acompañarte en el recorrido boscoso, pues otro dato curioso es que la edificación ancestral no se le usa como destino turístico, muy al contrario el samoano prefiere mantenerla oculta entre árboles, para preservarla del abuso humano y sólo mostrarla a quienes realmente lo decidan.
Sólo sabemos que la llaman Pulemelei y que sus orígenes datan del 1400 d.C. Sin duda un buen disparador para los amantes de la arqueología o para aquellos viajeros curiosos.
Quizá eso sea lo que mejor define a Samoa: el misterio que envuelve su juventud, su negación al ruido y su vida mansa entre mar, cocos y fauna.


 
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