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12 de diciembre de 2016
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Regreso a los Alpes

Siguiendo los pasos de Heidi, un recorrido por los Alpes encantados, pueblos que parecen salidos de la imaginación.
Regreso a los Alpes
Un recorrido por los lugares donde vivió Heidi

por Rodrigo Carretero

¿Por qué huele el aire así? , ¿Por qué yo soy tan feliz?, ¿Por qué todo blanco es? Preguntas que Heidi, la encantadora niña de apenas cinco años le hacía a su abuelito. No es necesario que la tosca voz del Viejo de los Alpes responda. La respuesta está en el aire, parafraseando al último Premio Nobel de Literatura, Bob Dylan. Es allí, en los inabarcables cielos, las infinitas montañas, los paisajes suizos donde mejor son respondidas las inquietudes de Heidi.

Para emprender este viaje, más allá de la ropa, el pasaporte y otras cosas superfluas, es indispensable llevar el libro homónimo de la escritora Johanna Spyri o en su defecto la tablet con los 52 episodios de la serie animada de la década del setenta. Esto será suficiente para darse una vuelta por entre la realidad y la fantasía de los pueblos del cantón de los Grisones, en el este de Suiza. Una vez arribados al aeropuerto de Zurich, desde la capital se puede tomar el paquete de tres días del Swiss Travel Pass (pasajes libres en trenes y barcos, que también da acceso gratuito a los transportes urbanos de 75 ciudades y permite ingresar sin pagar a 490 museos). El destino será Maienfeld, el pueblo donde esta historia se puede vivir y recorrer, sentir que Heidi realmente existió o existe, porque todo está tal cual el relato. Lo curioso será alojarse por no más de dos noches en Schlaf-Fass, un hotel basado grandes barricas acondicionadas como habitaciones. Dormir donde antes reposó el vino, donde los aromas aún perduran. Sin embargo, lo más lógico sería registrarse en el Swiss Heidi Hotel. El Sendero de Heidi parte desde la misma estación de ferrocarril y a través de las estrechas calles, bordeadas de pintorescas casas de típica arquitectura alpina, con sus balcones colmados de coloridas flores, se arriba al cercano pueblito de Rofels (Heidi-Dorf). Allí, la casa de Heidi recibe al visitante convertida en museo. El mobiliario es idéntico al que nuestro inconsciente lleva grabado a perpetuidad, la mesa, las sillas, lo utensilios de la vida diaria. En el piso superior, la cama de paja, el dormitorio de Heidi, todo tal cual, todo en madera, todo ensueño, hasta se encuentran la propia Heidi y Pedro cincelados en cera. Visitar y no llevarse un recuerdo es como no haber estado. Por eso mismo, la tienda de souvenirs es impresionante, hay de todo. Peluches de la más famosa de las cabras, Copito de nieve, muñequitos de todos los tamaños de Heidi y los demás personajes, libros, postales, chucherías al por mayor.

Una vez finalizada la visita al museo, se emprende el camino de las Aventuras de Heidi. Un sendero que exige cierto nivel de capacidad física ya que hay que trepar los Alpes, a través de frondosos bosques y verdes prados. Allí están las vacas que pastan, la nieve de las montañas que refleja el mundo como se veía a través de la pantalla del televisor. Durante el recorrido, doce estaciones irán narrando la historia mágica de Heidi hasta llegar a “la verdadera casa de Heidi (Ochsenberg)”, tras casi tres horas de caminata. Entre las postas se destacan: La casa del árbol, las figuras talladas en madera que ubican el lugar donde el abuelo cortaba los abetos, la fuente de donde obtenían el agua, Más allá, las esculturas de Niebla, y de las cabras Blanquita y Copo de nieve. Este lugar es el universo Heidi. No habrá sitio donde no se puedan escuchar las risas de Heidi y Pedro mientras corrían, disfrutaban, pasaban sus días, donde la voz del abuelo resuene con eco por entre las cumbres. El final es la casa de verano, la verdadera casa de Heidi, donde funciona un bar.

Existe una alternativa para quienes no deseen caminar o vean limitada su movilidad. Desde el hotel Heidihof, en Maienfeld se camina un breve trecheo por la campiña hasta la Heidibrunnen, una fuente esculpida en una gran roca con la omnipresente figura de Heidi.

Lo que hay que tener en cuenta es que Heididorf está abierto de mediados de marzo a mediados de noviembre y se cobra entrada para conocer todo lo dicho anteriormente. Más allá del mundo Heidi, la región ofrece decenas circuitos de senderismo, trekking, aguas termales y en invierno, las estaciones de sky de Flumserberg y Pizol.

Finalmente, con el alma colmada de recuerdos de infancia, ya no será necesario preguntarse, ¿por qué yo soy tan feliz? La respuesta está allí, en Suiza.

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