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20 de abril de 2012
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Maho, la playa más curiosa y peligrosa del mundo

Nadar o tomar sol en la playa y ver pasar un avión a escasos metros de distancia sobre las cabezas, al mismo tiempo, no es algo normal. Es por ello que la caribeña playa de Maho (Isla de Saint Marteen, Antillas Holandesas), pequeña franja de arena ubicada junto a un aeropuerto, es un verdadero centro de atracción para los turistas.

Esta circunstancia convierte a Maho, al mismo tiempo, en una de las playas más extrañas y peligrosas, del mundo. Y no es poco: el vecino Aeropuerto Internacional Princesa Juliana es el tercer aeropuerto con mayor carga en el Caribe. Aviones como el Boeing 747 aterrizan diariamente en sus pistas, no sin antes pasar rasantes sobre la playa y a unos 20 o 25 metros de las cabezas de los turistas.

Como el aeropuerto tiene una pista muy corta (2.180 metros) tiene dos salidas para el giro de 180 grados, y la mayoría de las veces, los grandes aviones que llegan a este aeropuerto, tienen que utilizar el total de la pista para su recorrido de frenado y de despegue. Esto convierte a Maho en un verdadero atractivo para los miles de turistas que la visitan sólo para ver este “espectáculo” único en el mundo.

Incluso hay un bar en la playa -el Sunset Beach Bar- que con parlantes asegura captar las comunicaciones entre pilotos y torre de control, para aumentar el “efecto” de pista de aterrizaje. Su dueño escribe todos los días en una tabla de surf los horarios de los vuelos para informar a los turistas más curiosos, mientras compran algún trago. La adrenalina alcanza su punto máximo alrededor de las 4 de la tarde, todos los días, cuando los gigantescos Boeing se suceden uno tras otro.

Él gobierno local siempre advierte que acercarse demasiado en el momento de la llegada y la salida de las aeronaves “puede dar lugar a lesiones serias o incluso la muerte” al poder ser succionado por una turbina o ser enviado hacia el mar sin poder salir. Los lugareños llaman a esta playa “Kerosene Beach” por el olor a combustible que desprenden las aeronaves a su paso.

El ensordecedor ruido de motores y la impresión que dejan el aterrizaje o despegue de una nave, constituyen el momento preferido de los visitantes, que a veces suelen no obedecer las normas: se aferran a las vallas y alambrados del aeropuerto. Está prohibido, porque la potencia del motor a reacción genera un viento capaz de mover hasta una camioneta.

Fuente: www.perfil.com

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