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20 de enero de 2012
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Split, la vida en palacio

Split, la segunda ciudad más importante de Croacia, es un destino turístico que no deja indiferente a nadie. Todo el centro de la ciudad es básicamente lo que queda del palacio romano del emperador Diocleciano, un palacio reconvertido con los siglos en espacio urbano conquistado por la propia población de la ciudad.
Split, la vida en palacio
Split, la segunda ciudad más importante de Croacia. Fotografías gentileza Mónica Grimal
Texto Armando Cerra
Fotografías Mónica Grimal
Desde que acabó la Segunda Guerra Mundial y durante décadas, el Telón de Acero mantuvo a Europa dividida en dos mitades, una aislada de la otra. Sin embargo, con la caída del bloque comunista paulatinamente se fueron abriendo las fronteras. Incluso alguna de estas fronteras nacieron en aquellos años de finales de pasado siglo. Ese fue el caso de la antigua República de Yugoslavia, donde surgieron tras años de brutales conflictos, varios países diferentes. Una de esas nuevas naciones fue Croacia.Split, Croacia
Pues bien, desde la independencia de Croacia y su progresiva incorporación a la Unión Europea, los turistas de los países del oeste del continente han tenido la oportunidad de conocer un país maravilloso, por sus paisajes, sus islas, sus tranquilas aguas del mar Adriático, su gastronomía, sus precios relativamente económicos, sus gentes amables donde las haya… En definitiva, una especie de paraíso que cautiva a todo aquel que lo visita.
No obstante, no hay que pensar que esto sea un gran descubrimiento. Ya a finales del siglo III y principios del IV, el emperador romano Diocleciano eligió Croacia como lugar de retiro, concretamente la ciudad de Split, en el corazón de la región de Dalmacia.
Allí erigió un fastuoso palacio para el que no reparo en gastos, y no dudo en hacer traer mármoles griegos e italianos, o esfinges desde Egipto, para que con esos materiales se creara un enorme complejo que supera los 30.000 metros cuadrados y que nació con vocación de ser su residencia imperial, pero también un ciudad amurallada a orillas de las plácidas aguas del Adriático.
Al morir Diocleciano, otros emperadores siguieron ocupando el palacio. Pero, si hay un territorio con una historia convulsa y compleja, ese son las tierras balcánicas. Continuas guerras, conquistas y reconquistas, periodos de esplendor comercial y largos tiempos de crisis, un sinfín de avatares de los que han sido testigos las piedras del palacio de Diocleciano, que milagrosamente tras dieciocho siglos de historia se mantiene en pie.
Lógicamente su aspecto es bien diferente al original, pero se intuye parte de la riqueza y el boato con el que se concibió. Sin embargo, no es ese su principal valor. En realidad, el motivo de distinción, su carácter único, es que se trata de un palacio que siglos atrás tomó el pueblo y ya nunca abandonó hasta hoy.
Entre los restos arqueológicos, los volúmenes de los templos paganos convertidos en iglesias o la esbeltez del foro romano rodeado de columnas corintias vive la gente llana. Si. Lo que fue el palacio de un emperador, hoy es la vivienda de más de doscientas familias, de unos tres mil habitantes, y el lugar de trabajo de muchos más vecinos de Split.
Es realmente sorprendente caminar por las calles del palacio, se ven bares, restaurantes, tiendas, cubos de basura, coladas de ropa tendida al sol, salas de exposiciones o museos. Y sobre todo, se ven muchos turistas que pasean intentando comprender como lo que fue el sueño de un emperador se convirtió en un espacio conquistado por la plebe, término romano que alude a mercaderes y artesanos, y en general una clase social sin muchos derechos.
Si se viaja a Split, una buena manera de pasar el rato es descansar en una terraza para tomarse un refrigerio. Así, mientras se bebe un vino blanco y se come un par de platos de calamares y mejillones (la especialidad local), también se escuchan conversaciones de otros turistasSplit, Croacia. Casi todos impactados por lo curioso del lugar, no es extraño oír que es un sacrilegio el uso cotidiano que se les da a las ruinas de un palacio, aunque también se oye lo contrario, que el Palacio de Diocleciano es uno de esos lugares donde se respira historia, en vivo y en directo, se comprueba cómo evolucionan los tiempos y que es una maravilla ver como conviven el ayer y el hoy.

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