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04 de abril de 2012
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Cracovia en tres cafés

Un destino en Polonia: Cracovia, declarada Patrimonio de la Humanidad, una ciudad sorprendente para fotografiarla, vivirla y saborearla, todo ello, sin prisas.
Cracovia en tres cafés
La Lonja de los Paños y la torre del Ayuntamiento
Texto: Armando Cerra
Fotos:Mónica Grimal
Una ciudad con el imán que posee Cracovia requiere mucha calma. Pausados paseos, encuadres con la cámara de fotos, visitas a monumentos, museos e iglesias, y momentos de relax en algunos de los numerosos cafés desperdigados por plazas y calles.
Un buen café para comenzar es el Nowa Prowincja (calle Bracka, 3-5) en el casco antiguo. En el acogedor ambiente de este café se comprueba que el semblante serio de la gente polaca esconde un carácter afable y dicharachero, más aún en este local donde reina un ambiente juvenil y universitario.El Castillo de Wawel
Hay que valorar que Cracovia cuenta con Universidad desde el siglo XIV, la segunda universidad más antigua de Europa. De aquellos orígenes data el Collegium Maius. No sólo se conserva este magnífico edificio gótico, sino que a su labor docente se le suma el interés turístico, ya que es visitable y allí se descubren las aulas donde estudió su alumno más afamado: Nicolás Copérnico.
Tras el tentempié mañanero en el Nowa Prowincja, uno ya está dispuesto a conocer el lugar emblemático de Cracovia, la Rinek Glówny, la espectacular plaza del mercado. Un conjunto histórico que se convierte en un muestrario de los estilos arquitectónicos polacos, con ejemplos que van desde el siglo XII hasta el XX.
Al contrario que en otras ciudades del país, lo que se observa aquí son los edificios originales, ya que milagrosamente Cracovia apenas sufrió daños materiales durante la devastación que supuso la Segunda Guerra Mundial para Polonia. Así, se goza de un enclave urbano único en el que destacan la torre del Ayuntamiento y la Lonja de los Paños en el centro, mientras que en la misma plaza rectangular se yerguen la iglesia de San Adalberto, una de las más antiguas de la ciudad, y la Basílica de la Asunción de Nuestra Señora, cuya presentación es una fachada con dos torres desiguales.Atardecer sobre la Basílica de la Asunción de Nuestra Señora
El esplendor de la plaza, las calesas de caballos, el colorido de los puestos de flores y la animación del lugar pide otro descanso. Y la opción está en la propia plaza, en el Café Europejska (Rinek Glówny, 35). Entrar aquí supone sumergirse en otra época, a principios del siglo XX. Las moquetas, los cuadros con escenas de caza, el mobiliario de madera o las lámparas de carburo  hacen que parezca que de pronto vaya a sonar música en alguna de las gramolas del bar. El Café Europejska, un lujo para los sentidos y un viaje en sí mismo.
Pero, el siglo XX no fue siempre tan placentero como evoca este café. Para conocer un episodio mucho más triste hay que abandonar la ciudad medieval, atravesar sus murallas y cruzar el Planty, la zona ajardinada que las rodea y llegar hasta el barrio de Kazimierz.
En la actualidad este barrio es muy bullicioso y turístico, más aún desde que Spielberg rodó aquí la galardonada Lista de Schindler. En realidad, Kazimierz es el antiguo barrio judío de Cracovia, y aunque hoy es muy escasa la población hebrea, el barrio guarda testimonios de su pasado. Varias sinagogas, un cementerio judío del siglo XVI y sobre todo el Museo Galitzia, una moderna instalación cultural encaminada a mostrar el drama del Holocausto nazi en Polonia y la cultura judeo-polaca, imprescindible en un país tan profundamente católico.
Kazimierz poco tiene que ver con el ghetto que fue. Abundan los albergues para viajeros, los restaurantes económicos y los más elegantes de gastronomía judía, y sobre todo son cuantiosos los cafés. Uno de ellos puede ser una tercera parada: el Singer Café (calle Estery, 20)
Turistas en el Singer CaféLo característico del lugar son sus mesas, todas ellas antiguas máquinas de coser. Tamaño reducido, luz casi en penumbra y música animada. En definitiva, un recinto cálido donde charlar sobre lo visto durante el día y preparar la siguiente jornada en Cracovia, que seguramente ha de dedicarse en exclusiva a la colina de Wawel, en la zona más alta de la ciudad donde se eleva un fastuoso castillo que fue la residencia de la monarquía polaca durante cinco siglos y donde también está la Catedral, convertida en el enterramiento de todos esos reyes y en el santuario espiritual de Polonia.  
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