La perla del Mediterráneo

Lagos, ríos, montañas, playas y mucho más es parte del paisaje que ofrece Montenegro, un pequeño país que tiene una superficie de 14000 kilómetros cuadrados y alberga a 670 mil personas.

Su ubicación en el mapa indica que está cerquita de Serbia, Bosnia, Croacia, Italia y Albania y quienes pisaron su suelo aseguran que su riqueza histórica y cultural vale la pena la escapada. Todo esto, por supuesto, en un contexto inmejorable, con el Adriático como testigo y un clima bien mediterráneo.

Así, quienes son amantes de las lindas playas, aquí tienen la zona costera para deleitarse. Quienes, en cambio, prefieren las montañas, las ciudades de montaña los esperan. Y quienes prefieren las urbes organizadas, el centro del país está a su disposición, con Podgorica, su capital, incluida.

Entre los puntos más recomendables está el Parque Nacional Durmitor, donde muchos practican deportes como rafting, esquí, montañismo y pesca. Aquí, además, está el cañón Zabjak, considerado el segundo más profundo del mundo luego del Colorado.

Para los visitantes de verano, la costa de Montenegro promete días calientes y secos. Para el invierno, en tanto, esta zona no se caracteriza por el frío, pero sí por la lluvia. Sin embargo, la zona de montaña amerita todo tipo de abrigos.

Además de playas, la zona costera ofrece monumentos religiosos católicos con influencia de períodos góticos, barrocos y pre-romanos; mientras que el centro del país es una muestra de la influencia bizantina.

Pero, sin dudas, el lugar que amerita sí o sí una visita es Kotor, declarada Patrimonio de la Humanidad, luego de haber sido destruida por un terremoto en 1979. Callecitas empedradas y algo laberínticas, baldosas medievales, pasadizos y hasta frisos milenarios hacen de este lugar una delicia que transporta a quien lo pise a otras épocas. Rodeada de montañas, el arte barroco también dice presente aquí, así como el bizantino. Pero eso no es todo, ya que también cobija playas que vale la pena conocer. Cerca de allí está la ciudad de Perast, totalmente barroca, y la de Risan, que es la urbe más antigua de la bahía.

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