Por Verónica Luna
En el extremo suroccidental de la Península Arábiga -casi como las vestimentas de estricto color negro con que se cubren las mujeres de ese país-, Yemen está envuelto en un velo de misterio. Es un destino infrecuente para los turistas. Sólo espíritus intrépidos resultan los más avezados para lanzarse a la aventura de pasar una estadía en un ámbito prácticamente desconocido.
Historia
Las civilizaciones antiguas trajinaron su territorio hasta afincarse en sus valles fértiles, aptos para la cría de ganado y aves. Por su ubicación estratégica se convirtió en un lugar ideal para el tránsito de mercancías. Uno de sus principales puertos, el de Moka, adquirió relevancia en el siglo XVII a partir del comercio del café, considerado entonces como “oro negro”. Objeto de disputa entre quienes pujaban por obtener su dominio estuvo bajo influjo de Egipto, el imperio otomano, la dominación británica, francesa y portuguesa, hasta que finalmente Yemen se constituyó en una república independiente.
Su historia está signada por luchas civiles, y su inestabilidad política atenta contra el interés de los turistas. No obstante, sus atractivos son variados, e inesperados para un territorio que no se suele tener mucha promoción. Esa mezcla de belleza exótica que congrega un ambiente cultural producto del crisol de influencias que le hicieron mella, postales en color sepia de un pasado de fuerte impronta medieval que se refleja en su arquitectura –y hasta en su escasa infraestructura-y la fantasía de recrear relatos como los de Las mil y una noches.
Atractivos turísticos
El relieve dibuja en el suelo un abanico de posibilidades que van desde las montañas, las mesetas de altura, desiertos, valles y playas. Cada uno de esos ambientes ofrece panorámicas indescriptibles. Pueblos de montaña erigidos a partir de materiales rústicos, fortalezas que antes servían para proteger y que ahora sirven para admirar. No se ostenta lujo con el barro pero la delicadeza de la ornamentación convierte al paisaje en un museo a cielo abierto. Sus tradiciones quedan expuestas a todo el público.
Patrimonios de la Humanidad
Tres ciudades principales fueron consideradas por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad: Sanaa (la capital), Shibam y Zabid. Sanaa es el núcleo urbano surgido en el punto de mayor confluencia de mercancías. Es una de las urbes más antiguas del mundo árabe. Según la leyenda, fue fundada por el hijo de Noé (Shem), después del diluvio. La particular arquitectura de sus construcciones realizadas en piedra y barro, reproduce técnicas ancestrales. Son edificaciones de varias plantas con ventanas en arco y paredes ornamentadas con cal. Como toda nación islámica, la presencia de mezquitas es importante. En la capital hay más de cincuenta. Los palacios y jardines son tan típicos como los mercados, en los que destaca el comercio de especies. Entre los museos, se encuentran el Nacional, con piezas que dan cuenta de la vida durante los antiguos reinos, la cultura popular y la historia islámica del país; el de Artes y Oficios y el Militar.
A 14 kilómetros al noroeste, en Wadi Dhar, se puede visitar el Palacio del Imán, una de las edificaciones yemení más emblemáticas. Realizada también en adobe, se erigió en 1786 sobre una gran roca. Antiguamente desde su posición se realizaba la vigilancia del lugar. En la actualidad, funciona como museo. En sus alrededores se aprecian jardines y abundan aves de diversas especies.
Como un oasis inesperado, Shibam se despliega en la región central. Es una ciudad llena de “rascacielos” de barro, al punto de ser bautizada como la “Manhattan del desierto”. Es una ciudad amurallada cuyas características se deben a la necesidad de protegerse de los ataques de los beduinos. Tuvo un papel primordial en la ruta del incienso, la misma que recorrieron los Reyes Magos llevando su aromática carga. Las calles estrechas permiten un recorrido por el conglomerado de cerca de quinientos edificios que llegan a tener más de ocho pisos. Se destacan un conjunto de siete mezquitas, especialmente Rashid, que data del siglo X. Para mantener vivo a este antiguo casco urbano, se aplican periódicamente capas de barro fresco. 
Entre las ciudades de mayor antigüedad, Zabid tiene una consideración especial. Data del año 820. Su cúmulo cultural es el más importante del país. Las bibliotecas y universidades forman parte de su patrimonio. En sus casas de estudio, surgió la base del álgebra moderna. Fue importante para el desarrollo del comercio entre Asia y África. Contó con gran cantidad de mezquitas, pero muchas de ellas desaparecieron. Aunque se mantienen las de Iskandar, cuyo minarete alcanza 60 metros de altura y la de Mustafa Pasha, que se destaca por sus cúpulas.
Patrimonio natural
Mares de dunas se dibujan en el desierto de la región central, cuyas olas alcanzan los 50 metros de altura y varios kilómetros de extensión. El antojo de realizar una travesía en camello por esa densidad arenosa, a la usanza de los beduinos, es posible de ser satisfecho. Aunque también se puede hacer una recorrida en 4x4 o hasta animarse a esquiar en el desierto. En la zona montañosa, sin embargo, la calidad del paisaje invita a la práctica de actividades como el trekking y el senderismo. Las cortas distancias entre algunos poblados que asoman en la montaña ofreciendo una perspectiva de aldea cinematográfica, como Manakha y Al-Hajjarah, permiten recorrer a pie postales panorámicas, y descubrir miradores naturales que regocijan la vista. 
Bañado por las aguas del Mar Rojo y del Mar de Arabia, el país es una excelente plaza para la práctica del buceo. La exploración submarina lleva a descubrir los arrecifes de coral, considerados magníficos. La riqueza de su fauna marina parece inagotable con su amplia variedad de especies. Hay tantas, que enumerarlas es imposible. Además del buceo, el snorkeling y el esquí acuático son otras de las actividades realizadas con frecuencia.
Las islas, cercanas a la costa, son en su mayoría de origen volcánico. En su superficie pueden encontrarse atractivas playas de arena blanca, lagunas y manglares. Las tortugas marinas las eligen para depositar sus huevos en la arena tibia. La más importante es Socotra –ubicada a 500 kilómetros, en el Mar Arábigo- cuya geografía se reparte en planicies costeras, mesetas de piedra caliza donde se forman cuevas kársticas y montañas. Su abundante flora y fauna contiene alrededor de 700 especies únicas en el mundo. Es conocido el árbol de la sangre de dragón, que tiene la forma de un paraguas. Dicen que su resina, se ha utilizado como tinta desde la antigüedad. Es un ambiente agreste, con un exotismo que sorprende. En sus costas, el avistaje de delfines y buceo es imperdible. Por su importante biodiversidad –comparada a la de Galápagos-, la isla fue considerada Patrimonio Mundial Natural por la UNESCO. 
Detalles
Para visitar el país se requiere contar con visa. El clima es subtropical, con lluvias frecuentes entre junio y septiembre. La mejor época para viajar hacia ese destino son los meses entre octubre y abril.
El idioma que se habla es árabe.
No está permitido el consumo de bebidas alcohólicas en público.
Las mujeres no deben ser fotografiadas, así como tampoco los puestos militares ni policiales.
Se debe utilizar vestimenta liviana para el día y abrigo para la noche. Las minifaldas así como alguna parte del cuerpo al descubierto atenta contra las costumbres del lugar. Lo mismo que las manifestaciones públicas de cariño.
Es aconsejable realizar las excursiones con guías.
Un aspecto a tener en cuenta, es que para viajar por las carreteras son necesarios permisos, los cuales son solicitados con frecuencia por las autoridades.
La infraestructura turística que puede encontrarse en la parte continental de Yemen, como en la isla de Socotra, es incipiente, presentando oportunidades de desarrollo. Sin embargo, los turistas ansiosos de conocer un destino poco explorado, lo encontrarán óptimo para una estadía ideal.
Para los viajeros occidentales, una excursión a los destinos de oriente medio suele ser una especie de revelación. Yemen se descubre como un ambiente cultural absolutamente diferente que fascina y sorprende, y con una belleza paisajística que merece ser conocida. Un territorio ignoto que despierta la curiosidad y el asombro. Es como entrar en un cuento, y llegar a un final feliz.
¿Alguna vez estuviste en Yemen? Cuéntanos aquí tu experiencia.
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