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06 de mayo de 2013
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Ljubljana, esa joven ciudad con dos mil años de historia

Antes de llegar, la ciudad de Ljubljana es una gran desconocida, y cuando uno se va, ya está deseando volver a esta urbe coqueta, bella y vital como pocas.
Ljubljana, esa joven ciudad con dos mil años de historia
Plaza Preseren, el latido de Ljubljana

Texto: Armando Cerra  Fotos: Mónica Grimal
El pasado yugoslavo prosoviético, la atmósfera cargada y sus tonos grises, en los últimos años han mutado en vivos colores y un sol radiante que baña toda la ciudad de Ljubljana. Visitar la capital de Eslovenia es topar con una ciudad radiante y vital, preparada para recibir y sorprender a visitantes que en su mayoría desconocen que hallarán en sus calles.
Sus reducidas dimensiones permiten abarcar la ciudad en estancias cortas, si bien para un goce pleno es interesante pasar varios días, es entonces cuando se descubren sus rincones más peculiares, se bebe en los bares con más personalidad y nos empapamos de la activa programación cultural que en forma de conciertos, exposiciones o representaciones teatrales hacen de Ljubljana un hervidero de contemporaneidad.El centro histórico para peatones y ciclistas
No obstante, en estos tiempos de frenesí, en los que viajar la mayor parte de las veces es turistear, la inmensa mayoría de visitantes carecen del suficiente tiempo e incluso llegan a los destinos con una mentalidad de coleccionista de monumentos y fotografías, para ellos aquí van los lugares imprescindibles.
Se puede recorrer caminando o en alguna de las muchas bicis que se alquilan. Y se puede ir de arriba abajo o de abajo arriba, da igual, siempre el paseo por su centro histórico, en gran parte peatonal será un deleite para la vista y una constante provocación para los amantes de la fotografía.
Si se empieza por la parte alta de la ciudad, allí se conocen sus orígenes, el lugar al que llegaron las legiones romanas allá por siglo I a. C., donde establecieron un campamento militar, germen de Ljubljana y el solar que siglos más tarde se convertiría en castillo sufridor de las muchas acometidas bélicas de este territorio hasta bien entrado el siglo XX.
Un corto paseo en descenso y rodeado de amplias zonas verdes conduce al corazón de la capital, atravesado y embellecido por el cauce canalizado del río Ljubljnica. Desde sus orillas e incluso desde los barcos turísticos que navegan por sus aguas se pueden contemplar los principales monumentos y respirar las dosis de alegría que transmiten sus habitantes.
Los hay para todos los gustos: iglesias, palacios, puentes, esculturas, todos ellos con el aire elegante del pasado austrohúngaro de antaño.
En cuanto a las iglesias, destacan las dos torres gemelas y la grandilocuente cúpula verde de la catedral de san Nicolás, a cuyo interior nos invitan a pasar dos intrigantes puertas modeladas y fundidas en bronce.
Otro templo que merece conocerse es la iglesia de Nuestra Señora de la Asuncióndel siglo XVII y situada en la plaza Preseren, verdadero epicentro de Ljubljana. Desde ahí parte el Puente Triple sobre las aguas del río. Uno de los puentes que unen las dos orillas: el de los Dragones, el de los Zapateros y muchos otros.
Así cruzando de una a otra orilla constantemente se pasa ante las construcciones históricas de la ciudad. Unas de formas renacentistas, otras mucho más barrocas y algunas más modernas que nos evocan el Art Nouveau.
Ya se ha dicho más arriba, el paseo por Ljubljana se convierte en una tranquila caminata entre preciosos edificios como el palacio barroco Gruber, el serio edificio de la Filarmónica o las elegantes casas burguesas Krisper o Bamberg, o el rimbombante Hotel Union, sin olvidar el inmueble que fue la Antigua Universidad.Río Ljubljnica, principal arteria de la ciudad
Hoy en día, los alumnos ya no acuden ahí, van a aulas más modernas y menos céntricas, sin embargo inundan la Ljubljana histórica para pasar sus ratos de ocio. En  proporción son muchos, ya que la ciudad cuenta con unos 300.000 habitantes, de los cuales una sexta parte son universitarios, tanto eslovenos como de otros países. Es decir, unos aíres jóvenes, cosmopolitas, cultos y divertidos que confieren a Ljubljana un ambiente más que recomendable, digno de dejarse llevar e impregnarse por su vitalidad y su confianza en el futuro, algo que no tiene precio en los tiempos que corren.
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