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09 de junio de 2014
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A veces arriba, otras, debajo

Paisajes de ensueño ponen el marco perfecto para la aventura de descubrir el bosque sumergido del lago Traful, en el sur de la provincia argentina de Neuquén.
A veces arriba, otras, debajo
Bosque sumergido de Villa Traful, increíble, pero real

por Rodrigo Carretero

Alzar la mirada hacia aquellos árboles que parecen cubrirlo todo, la montaña, el pueblo, hasta el cielo mismo, no es complicado, hasta quizás sea el primer impulso del turista que se llega hasta Villa Traful, al sur de la provincia de Neuquén. Sin embargo lo más sorprendente, la visita ineludible que todo visitante debe hacer, se halla bajo la superficie del lago que acaricia con suave murmullo las costas de la villa. Allí abajo, desde no más de 30 metros  hasta la superficie,  el arrullo de la corriente mece, embriagadora, las ramas de uno  60 cipreses que permanecen sumergidos. Juegan a las escondidas los árboles, saben que su lugar no es el imaginado, pero sabido es que la belleza a veces no suele estar donde se piensa.

Conocer el bosque sumergido es uno de los paseos que más atrae y se realiza, claro está, mediante una breve navegación de 15 minutos desde el embarcadero del pueblo. El origen de tan curiosa atracción poco a poco va perdiéndose en el tiempo y surge el mito. Lo real es que un desprendimiento de tierra, consecuencia colateral de un sismo en Chile, hizo que una ladera entera se desprendiera de la montaña, cayendo al agua en una sola pieza. De allí que los árboles permanezcan en pie y no derribados.  Allí están, mudos testigos de su desgracia o fortuna, ya que al estar bajo el agua, son los cipreses y colihues más admirados de la región. Se los ve sin corteza y sin hojas, solo sus esqueletos ramificados por decenas, en perfecto estado, y tan verticales como su orgullo lo permite.

Dada la transparencia del agua, es muy sencillo poder observar el bosque desde la superficie, y más aun en días sin viento, pero lo más interesante es sumergirse y bucear entre los árboles. Pájaros de neoprene parecen los buzos, que sin necesidad de experiencia previa, recorren el bosque sumergido, nadando, volando entre el intenso azul del agua, como si del mismo cielo se tratara. Los que saben bucear,  volar todos podemos, aseguran que dada la luminosidad, especialmente del mediodía, permite bajar hasta las raíces mismas de los árboles. El lago Traful aun permanece libre de contaminación y es uno de los pocos que quedan en la Patagonia donde puede tomarse el agua sin temor. Luego del éxtasis, el paseo continúa bordeando la costa norte del lago, donde destacan altos acantilados socavados por grietas, y pequeñas grutas. Allí, una virgen. De milagros vive el hombre, asegura el navegante que colocó la imagen de la virgen Stella Maris, en agradecimiento por haber sobrevivido a una fuerte tormenta. Finalmente, una pequeña playa, de suave pendiente, invita a desembarcar y descansar un rato entre sus arenas blancas. El paisaje escapa a toda descripción posible en mil palabras, ni siquiera una imagen alcanzaría para tanta naturaleza romántica. Al regreso a Villa Traful, a espaldas de los excursionistas, el Cerro Bayo revela  los nuevos árboles que nacieron para reemplazar a los caídos.

Villa Traful

Todo esto es posible en un solo lugar, Villa Traful, pequeña población de no más de 500 habitantes. Fuera del circuito turístico de la “Ruta de los siete lagos”, apenas alejada unos kilómetros de la ruta, se llega a ella por caminos de ripio en buen estado, lo que asegura paz y tranquilidad. Diagramada como aldea de montaña, la villa está rodeada de un entorno natural único, sobre la ladera de la montaña que cae en suave pendiente hacia la costa sur del lago Traful.  Una espléndida vegetación la protege de los vientos de la cordillera y da marco a hermosas cabañas y casas particulares. Equidistante de Bariloche y San Martín de los Andes (100 km.)  y a 60 kilómetros de Villa La Angostura, a Traful aun se la puede considerar una perla a ser descubierta.  Otra buena razón para acercarse hasta aquí es, que dado que está dentro del Parque Nacional Nahuel Huapi, Villa Traful tiene políticas de conservación ambiental firmes.

En cuanto a qué hacer, además de la ineludible visita al bosque sumergido, dadas las características de sus alrededores, con sus formaciones rocosas y cascadas, son casi infinitos los senderos  que se internan por entre los cerros. En ellos es posible realizar cabalgatas o caminatas sin grandes exigencias. Al llegar la noche, la gastronomía de la Patagonia es un premio merecido, carnes rojas y cervezas artesanales, acompañadas de exquisita repostería son el cierre soñado para los días de descanso. Luego, frente al fuego  juguetón en la chimenea de la cabaña u hotel elegidos, se le puede dar la razón a Alejandro Casona cuando tituló su recordada obra como “Todos los árboles mueren de pie”. Aquí en Traful, los cipreses y colihues permanecen. Algunos arriba, otros por debajo, vivos o muertos, pero siguen en pie.

Más información: http://www.neuquentur.gob.ar

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