Corea, una historia milenaria, un presente pujante

Por Verónica Luna
Érase una vez un país con una economía de subsistencia, basada en la agricultura y la pesca, escaso desarrollo del mercado interno, y un elevado analfabetismo. Con esas características, el país ocupaba un lugar importante entre los más pobres. Hasta que un día sucedió lo que algunos llamaron “el milagro asiático” y aunque no fue de la noche a la mañana, el país se concentró en mejorar su producción, la competitividad de sus productos y el desarrollo de la innovación y la tecnología. Por supuesto, todo acompañado de un desarrollo educativo y la formación de personal especializado.  Corea del Sur se convirtió en uno de los tigres del Sudeste Asiático.
Aunque tenga la magia de los cuentos, la realidad es que los cambios que se produjeron en Corea fueron parte de un proceso muy amplio y largo que tuvieron gran impacto en toda la sociedad. En la actualidad, es uno de los destinos obligados, cuando se visita el Sudeste Asiático.
Seúl, la ciudad capital, es un resumen de la historia del país. Durante 600 años ocupó el rol de centro administrativo. Está atravesada por el río Hangang que la segmenta en dos. La parte norte mantiene rasgos culturales e históricos, mientras que la parte sur es típicamente comercial. Alberga a 13 millones de habitantes, es una ciudad pujante donde los modernos edificios conviven con palacios y templos que muestran el esplendor medieval.
Entre las construcciones imperdibles, se encuentra el Palacio Gyeongbokung, que fue construido por la Dinastía Joseon en 1395. Tiene 500 mil metros cuadrados de superficie, y pabellones donde se realizaban ceremonias oficiales, habitaciones que eran utilizados por la familia real, jardines y estanques con flores de loto. En su interior se encuentran el Museo Nacional del Palacio de Corea, y el Museo Nacional Folclórico.
Otra de las joyas patrimoniales de Seúl es el Palacio Changdeokgung, construido en el siglo XV. Además de las salas donde se reunían los funcionarios, oficiaba de residencia del monarca. Tiene jardines con árboles de 300 años de antigüedad y un estanque, y también se encuentra allí el puente de piedra más antiguo de Seúl.  Mientras que el Santuario de la Realeza Jongmyo está considerado Patrimonio Cultural del Mundo, es una construcción del siglo XIV que preserva la tradición y la cultura. En este sitio se conmemora a los reyes con ceremonias que se reproducen desde hace 500 años.
Entre los sitios más visitados se encuentra el Templo Jogyesa, que es sede principal del budismo Zen en Corea. Su historia data del siglo XIV, pero debió ser reconstruido en 1910. En su patio se encuentra una pagoda de 7 pisos en la cual se enterraron las cenizas de Buda.
Las construcciones típicas y las costumbres de antaño pueden apreciarse en la Aldea Tradicional Coreana de Namsangol. Es un caserío representativo de las viviendas que habitaban los miembros de los distintos estratos sociales, desde campesinos hasta el rey. En los patios se pueden practicar juegos tradicionales, hay salas para degustar el té y los fines de semana se realizan ceremonias nupciales tradicionales.
Entre los vestigios del pasado que forman parte del tesoro de Seúl se encuentra la Puerta de la Enriquecedora Benevolencia (Tongdaemun), que es una de las cinco que aún se mantienen en pie, de las nueve que formaban parte de la muralla que rodeaba a la ciudad.
A los templos, pagodas y museos que hacen a los atractivos de Seúl, se suman el Teatro Nacional y los mercados. El Dongdaemun es el más grande, abarca 10 cuadras y tiene más de 30 mil tiendas. El Gwangjan, mantiene la mística de los mercados al aire libre, tiene gran variedad de telas. El Mercad o Insa Art Center está conformado por negocios y galerías especializados en arte. En el de Namdaemun es ideal para buscar artículos en oferta y el de Yongsan es el oasis de los productos electrónicos.
Dos infaltables en la visita por Seúl son el paseo náutico por el río, y la vista panorámica de la ciudad desde la colina Namsan. El bus turístico es una buena alternativa para recorrer los principales puntos de atracción de la ciudad sin perderse ninguno.
Entre tantos edificios modernos y construcciones históricas, los espacios naturales son un refugio para la tranquilidad y los bellos paisajes. El Parque Nacional Soraksan es un lugar indicado para un paseo entre montañas, cascadas y cuevas.
Dejando de lado la ciudad capital, en dirección hacia el sur del país, se encuentra el Parque Nacional Gayasan que alberga al templo Haensa, el más famoso de Corea. Es un complejo habitado por una comunidad de monjes que son los custodios de las reliquias budistas que datan del siglo VIII. En dirección nordeste se encuentra el Parque Nacional Odaesan que contiene a los templos Wolchongsa y Sangwonsa.
Villa Hahoe, próximo a la ciudad de Andong, se caracteriza por su tradición en la elaboración de máscaras y caretas que son utilizadas en representaciones teatrales y danza. También se puede visitar en Ichong-dong la imagen del Buda de piedra, de 12 metros de altura, realizada en granito, muy venerada en la zona.
Los restaurantes ofrecen platos de la típica gastronomía coreana, pero también hay locales de las principales cadenas transnacionales que dejan abierta la elección a todo tipo de paladar. Lo mismo sucede con la oferta de alojamientos, hay para todo tipo de presupuestos.
Corea del Sur es uno de los países que mayor crecimiento tuvo en las últimas décadas y ha logrado convertirse en un destino infaltable en las rutas que atraviesan el Sudeste Asiático. Es uno de los tigres, y parece que ruge con fuerza.
¿Alguna vez estuviste en Corea? Compartí aquí tu experiencia.
Fotos: Pixibay