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05 de octubre de 2015
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La desconocida y reconstruida Wroclaw

Wroclaw no es la ciudad más visitada de Polonia, pero es una urbe que proporciona al visitante toda una lección de historia, de arte, de tesón y de presente.
La desconocida y reconstruida Wroclaw
La Rynek o Plaza del Mercado

Texto: Armando Cerra  Fotos: Mónica Grimal
Si un hispanohablante desea visitar esta ciudad polaca y la quiere encontrar en un mapa que comprenda, ha de buscarla hacia el sudoeste del territorio de Polonia, y su denominación le podrá aparecer de diversas formas. La más extraña será con su nombre en español: Breslavia. En cambio, será mucho más fácil que la descubra o bien con el topónimo polaco de Wroclaw, o bien con su denominación en alemán: Breslau.
Esa ubicación geográfica en la región de Silesia y sus diferentes nombres ya nos dan pistas sobre el pasado de esta ciudad. En realidad, históricamente la ciudad ha recibido hasta un centenar de nombres diferentes, ya que la riqueza de este territorio ha sido ocupada y explotada por diferentes dinastías europeas con el paso de los siglos.Fachada principal del viejo Ayuntamiento de Wroclaw
De todo ello, se pueden descubrir huellas en la actualidad. Pero paradójicamente casi todo lo que se ve durante una visita a Wroclaw está construido desde mediados del siglo XX. ¿Por qué?
La II Guerra Mundial comenzó con la invasión nazi de Polonia, y uno de los primeros lugares que se ocuparon fue Wroclaw. Es más, también fue uno de los últimos sitios que abandonaron las tropas alemanas, y ello tras un terrible asedio del ejército ruso que se prolongó durante meses y que prácticamente supuso la destrucción del 75% de la ciudad.
No obstante, a la inmediata conclusión de la guerra se comenzó su reconstrucción, con el objetivo no solo de que volviera a ser habitable, sino que además sus vecinos pudieran vivir en una ciudad tal y como había sido. Es decir, se reconstruyeron los edificios históricos como habían sido décadas atrás. Un empeño más que loable, que ahora al conocer ese dato maravilla a todos los viajeros actuales, pero que incluso cuando la visitó en 1948 un tal Pablo Picasso dijo que esa  visita le había servido como intenso motivo de inspiración.
Evidentemente esa histórica reconstrucción se concentra en el núcleo antiguo de la ciudad, ya que en la actualidad Wroclaw es una de las grandes ciudades del país, la cuarta, y su población supera los 600.000 habitantes.
Recorrer su corazón histórico es una auténtica delicia, porque es prácticamente una lección de historia de la arquitectura, con ejemplos que van desde el arte gótico medieval hasta la elegancia del Art Nouveau de principios de siglo. Pero al indudable placer estético del paseo hay que sumarle ese valor de tesón y de ganas de renacer que supone saber que todo se hizo de nuevas tras la brutal catástrofe bélica.
Iglesia de Santa María MagdalenaY si hay un lugar de la ciudad donde más se aprecia esto es en su Rynek, la plaza principal. Allí están los principales atractivos, como su Ayuntamiento originado en el siglo XIV y cuyo enorme tamaño permite que en su interior haya tres calles. Esta plaza es ahora el epicentro de la ciudad y lo ha sido siempre, ya que desde antiguo ha sido la plaza del mercado donde se congregaba toda la población.
A partir de ella se desperdiga toda la urbe, que curiosamente se compone de doce islas originadas por el cauce sinuoso del río Oder. Uniendo estas islas hay más de 100 puentes, ninguno de gran tamaño, pero todos llenos de encanto.
Vagar de un puente a otro permite descubrir otros rincones de gran atractivo, como la Catedral de San Juan Bautista o la iglesia de Santa María Magdalena como grandes templos, o casonas tan hermosas como la llamada Casa de Hansel y Gretel, que son dos edificios del siglo XV unidos por arcada que da paso a un patio interior.
El tamaño de Wroclaw y la aparente disposición caótica de calles, puentes e islas invita a perderse. Tal vez sea la mejor experiencia que se puede tener en la ciudad. No obstante, hay un lugar que si hay que buscar en el plano y acudir a su visita. Es la gran joya del patrimonio de la ciudad. Se trata del Panorama de Raclawice. ¿Qué es eso?
Es un cuadro circular de 15 metros de alto y unos 120 de longitud, es decir, supera los 1.700 m2 de superficie. La experiencia de situarse en el interior, rodearse por 360 grados de lienzo y sentirse en el interior de la batalla que se representa es una algo difícil de describir. Menos aún sin imágenes, ya que esta inmensa obra de arte pintada en 1894, en la que nueve pintores invirtieron nueve meses de trabajo, es uno de los grandes tesoros nacionales, y aunque es visitable pagando, está absolutamente prohibido hacerle fotografías. Realmente es una lástima no poder mostrar este lugar, aunque por otra parte la imagen jamás haría justicia a lo que es sumergirse en el centro de un cuadro. Hay que vivirlo en primera persona, y para eso se hace imprescindible viajar a Wroclaw.


 
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