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09 de diciembre de 2015
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Mdina, la vieja capital de Malta

Mdina es un conjunto histórico y artístico que se conserva prácticamente idéntico a como fue hace varios siglos, cuando era la capital de la isla de Malta.
Mdina, la vieja capital de Malta
Vista aérea de Mdina

Por Armando Cerra
Todo aquel que camine un poco rápido tiene ocasión de adentrarse por la llamada Puerta de los Griegos y así atravesar el amurallamiento que rodea la vieja capital de Malta. Siguiendo a buen ritmo, tras apenas una hora de caminata puede estar de regreso en esa misma puerta y después de haber pasado por todas y cada una de las calles de la histórica Mdina.Calles de Mdina
Puede hacer la prueba, pero sinceramente no es el mejor modo de disfrutar de este pequeño núcleo urbano cuyos tesoros en forma de monumentos, leyendas y episodios del pasado son inmensos. Pocas urbes tan minúsculas conservan tanto arte e historia, y de tan remotos orígenes.
No podía ser de otro modo en un lugar que fue durante siglos la capital de Malta, ubicada en el corazón del Mediterráneo, es decir, al sur de Europa, al norte de África y al oeste de Asia. A lo largo de milenios, las diferentes civilizaciones que navegaron por el Mare Nostrum han desembarcado en Malta, y casi siempre con aviesas intenciones.
Entre todas esas gentes han tallado el peculiar carácter maltés., desde los fenicios a los turcos, desde los romanos a los cruzados, desde los árabes a los normandos, a los que habría que sumar los tiempos más recientes como colonia británica. Todas esas esencias  históricas se respiran en Mdina. Un lugar conocido como La Ciudad del Silencio y donde parece que en sus empedrados y fachadas se estancó el tiempo.
Puerta de los Griegos , Mdina, MaltaCuando llegaron los romanos llamaron al lugar “Melita” haciendo referencia a la mucha miel que se extraía de las colmenas del entorno. De aquellos tiempos se puede saber más en Museo de Antigüedades romanas, construido sobre las ruinas de una vieja casa de la época. Este museo se encuentra precisamente muy cerca de la citada Puerta de los Griegos, por lo que es un buen sitio para iniciar esta visita, que a diferencia de lo dicho en los párrafos de arriba requiere mucha calma y tranquilidad.
Sin prisas, sin estar pendientes del reloj hasta llegar al otro extremo de la ciudad, donde se eleva imponente la Catedral de San Pablo. Una vez se llega hasta este monumento, seguramente el más esplendoroso de Mdina, ya es posible preguntarnos qué hora es. Eso sí, no estaremos seguros si miramos los dos relojes que hay en las torres gemelas de la catedral. Y es que solo uno da la hora correcta mientras que el otro siempre está desajustado, para engañar al diablo y que no sepa a qué hora se celebran las misas.
Antes de llegar al templo hay muchas otras cosas que disfrutar en la calles de Mdina. Sobre todo su atmósfera recogida, única, con casonas construidas a base de piedra que compiten entre sí por ver cuál tiene el portalón de madera más austero al mismo tiempo que elegante. Ese paseo entre callejones  y plazoletas es mejor emprenderlo sin rumbo fijo, es imposible perderse y así la sorpresa es mayor cuando se llega a algunos de los grandes palacios.
Uno de ellos es el Palazzo Falzon, una construcción que es al mismo tiempo aragonesa, siciliana y normanda. Una combinación imposible salvo en esta isla, debido a la presencia de la Orden de los Caballeros de Malta. Este gran palacio de finales del siglo XV es el mejor conservado hoy en día, pero en general todo el patrimonio histórico de Mdina se mantiene estupendamente. Eso sí adaptado a los nuevos usos turísticos.Mdina - Malta
Por ejemplo, en el Palacio Gatto Murina o en el de Constanzo hoy se proyectan atractivos montajes audiovisuales para que los viajeros disfruten del tono legendario del lugar con temáticas como “Los cuentos de la Ciudad Silenciosa” y los “Tiempos Medievales”.
En la misma línea se encuentra otro montaje expositivo, ahora en Casa Magazzini, donde abre sus puertas la muestra Los Caballeros de Malta, compuesta de unas 120 figuras a tamaño real de los míticos miembros de la Orden Militar que durante siglos gobernaron Malta, eso sí, desde la ciudad costera de La Valletta, que precisamente sustituyó a Mdina como capital.
Con todas esas figuras es muy fácil que nuestra imaginación se reactive y empecemos a viajar a lugares y batallas que solo están en nuestras lecturas novelescas o en las aventuras vistas en el cine. No obstante, esos viajes virtuales son ejercicios mentales muy interesantes y desde luego este tipo de montajes audiovisuales saben provocarlos a la perfección.
Aunque al salir de nuevo a las calles de Mdina, uno puede relajarse en los Jardines Fontanella, en la parte trasera del ya mencionado Palacio Falzon. Allí hay un tranquilo café que permite tomarse algo en las mismas murallas de la vieja ciudad, para contemplar desde ahí prácticamente toda la isla, rodeada por las aguas del Mediterráneo, el verdadero protagonista de la historia maltesa.


 
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