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12 de agosto de 2016
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La isla perdida en el tiempo

Esta es una nota de no turismo. La isla Sentinel del Norte tiene sobrados motivos para que no ser incluida nunca en algún plan de vacaciones
La isla perdida en el tiempo
Sentinel del Norte permanece fuera del tiempo

por Rodrigo Carretero

Una isla que apenas se divisa en el inmenso horizonte del Océano Indico, con playas paradisiacas de suaves arenas, una selva que brota de la imaginación de Dios, cuyo clima permanece cálido todo el año, arroyos de cristalinas aguas que corren alegres hacia el mar. La envidia de todo folleto turístico que ofrezca las vacaciones soñadas. En Sentinel del Norte, ese sueño se convierte en pesadilla tan solo con poner un pie en sus blancas arenas. Escenario ideal para película de terror clase B protagonizada por adolescentes o una pseudo expedición científica, donde la realidad supera la ficción del guión.

"Si un extranjero llega a su tierra inmediatamente lo matan y acto seguido se lo comen". Tal es lo que sostendría un escrito de Marco Polo sobre los habitantes de la isla. A manera de advertencia, eficientes palabras, tan así que hoy nadie se anima a llegar hasta sus costas.  He aquí el inconveniente para desarrollar el turismo en la isla que se encuentra bajo el protectorado de la India y desde hace unos años fue declarada reserva natural y es circundada por una zona de exclusión poco más de 4 kilómetros de sus playas. La población de la "tribu perdida" (así bautizada por un periódico británico), que se estima entre 50 y 400 individuos, número estimado, ya que nadie ha realizado un censo, no quiere tener ningún tipo de contacto con los humanos que viven más allá de las costas que engloban su universo detenido en la edad de piedra.

La isla, que pertenece al archipiélago de Andamán, cercana a la península de Bengala, tiene  72 kilómetros cuadrados y está poblada desde hace 60.000 años por una etnia, se supone originaria de África, que se mantiene completamente aislada y separada de lo que sucede en el resto del planeta, sin haber tenido casi contacto alguno con el exterior desde sus orígenes. Gracias a este encierro en sí mismos es que han mantenido su pureza y sus costumbres milenarias.  La ONG Survival International  los describe como la “sociedad más vulnerable del planeta”, ya que, debido a su total aislamiento, sus miembros no son inmunes a las enfermedades y una simple gripe puede ser letal, tal como sucedió en el resto de las tribus de la región, que fueron exterminados por las enfermedades que trajeron los británicos en el 1800. Un comunicado de la ONG sostiene que los primitivos isleños son “extremadamente saludables, alertas y prósperos y que su hostilidad hacia el mundo exterior les ha salvado la vida y es un reflejo de conflictos pasados”.  Son de piel negra y viven prácticamente desnudos.  Se dedican a la caza, la recolección y la pesca. Lo que sigue siendo un misterio es que lengua hablan y cuál es su estructura social, en qué tipo de casas viven, que es lo que los mantiene aislados en la isla y no dejarse llevar por el humano instinto de seguir siempre un paso más allá, la exploración, la conquista de nuevos territorios.

Los primeros registros de contacto con el mundo exterior se dieron, justamente, con expedicionarios ingleses hacia mediados del siglo XIX. Pasado un siglo, hacia 1981, un barco encalló en los corales próximos a la isla, los marineros quisieron ir a tierra, pero su capitán lo impidió y tras un aviso por radio, fueron rescatados antes de que los nativos pudiesen abordarlos en precarias canoas. El gobierno indio envió expediciones en los ´90 durante las cuales fueron tomadas las primeras fotografías de los pobladores de Sentinel del Norte. En ellas se puede ver la actitud belicosa hacia el exterior. Tras sobrevivir al terrible Tsunami de 2004, dos años después, se supo de dos pescadores ilegales que se habían acercado demasiado a la costa, fueron asesinados y enterrados en la orilla. En las ocasiones en que se han aproximado helicópteros, éstos también son atacados con flechas y piedras.

Las leyendas hablan de canibalismo, de un salvajismo exasperado hacia los desconocidos y es quizás este miedo mutuo entre ellos y el resto del mundo lo que los ha mantenido con vida a lo largo de los miles de años de subsistencia. El misterio que todo esto encierra seguramente despertará el espíritu aventurero de muchos, pero sin dudas, en este caso, es mejor dejar de lado la ambición personal de conquistar nuevos lugares y que el tiempo siga olvidándose de Sentinel del Norte. 

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