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04 de noviembre de 2016
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La roca desnuda

El peñón de Gibraltar es donde se termina Europa y, ocupado por ingleses, pretendido por españoles, tiene mucho para mostrar.
La roca desnuda
El peñón de Gibraltar, imponente

por Rodrigo Carretero

Hacia la última porción de tierra, en el sudeste continental se levanta una de las dos columnas de Hércules (la otra es el Mons Abyla del lado africano del estrecho de Gibraltar), donde según los antiguos se terminaba el mundo. Aunque se piense en él como una isla, lo cierto es que se trata de una península prendida a Andalucía mediante un istmo de arena. Dependiendo de cómo se mire, se interprete la historia, se ocupe un espacio, Gibraltar es territorio inglés o es español robado por los insulares del norte. Siglos después de que el mundo se expandiera más allá de las columnas, luego de más de 700 años en manos árabes, fue en el año 1713, cuando como consecuencia del Tratado de Ultrecht, y tras algunas escaramuzas armadas, el Imperio Británico ocupó militarmente el Peñón y basado en la supuesta legalidad de dicho Tratado, se encarga de la administración. Hoy considerado territorio de ultramar y bajo jurisdicción del Reino Unido, los constantes reclamos de España para que Gibraltar vuelva a ser parte de su país son infructuosos.

Geológicamente, el Peñón es una  elevación monolítica de piedra caliza con una altitud de 426 metros sobre el nivel del mar. Desde el lado  norte, la pared cae casi perpendicular al mar. La calcita se va disolviendo lentamente debido a la filtración del agua de lluvia y eso ha llevado a la formación de más de 100 cuevas en su interior. La más importante es la San Miguel siendo una importante atracción turística. En otra cavidad, llamada Gorham,  se han hallado evidencia de presencia de neandertales de hace unos 30.000 años. La superficie total del Peñón de Gibraltar es de unos7 km² con una población estable de 29.000 personas y unos 250 macacos gibraltareños. 

Al Peñón se lo puede visitar de dos maneras. Una es llegar por aire a su particular aeropuerto, el único en el mundo con un semáforo que interrumpe el tránsito vehicular cada vez que un avión parte o llega. De allí, encontrar alojamiento es muy sencillo y se recomienda no más de 2 días de estadía para conocer todo en profundidad. Igualmente lo más usado por los turistas es entrar desde España. Cercanas se hallan las ciudades de Cádiz y Málaga. Desde ellas se puede tomar una excursión de día completo y será más que suficiente. Los lugareños recomiendan entrar el territorio inglés caminando, dado el incordio que representa la carretera con su cruce con la pista de aterrizaje. Una vez pasada la aduana, usado el cruce peatonal del aeropuerto, tan solo queda dejarse llevar hacia la cumbre de la roca o caminar por la callecitas plagadas de tiendas. Resulta imposible perderse, todos van al mismo lugar, así que siguiendo a la gente, se llega a todos lados.

Mucho en poco

Hay muchas cosas para hacer en tan poco espacio físico. Gibraltar tiene muchas particularidades que merecen conocerse. Ser el punto de encuentro/desencuentro entre Europa y África convierten al pequeño territorio en un gran conglomerado de inmensa diversidad cultural. El llanito, el dialecto local es resultado de esta mixtura, combina las palabras y estructuras del español con las del inglés británico, la lengua oficial (y sumados a ellos, influencias de italiano, hebreo, francés, portugués y árabe). Así, cuando un lugareño habla, no lo entiende ni un español ni un inglés.

A lo largo de la calle principal (Main St.) y sus alrededores, abundan las casas de hasta dos plantas ostentas colores pastel en sus fachadas, puertas con arcos y persianas de color verde o azul, más cercanos a un pueblo genovés que a las típicas casas victorianas de ladrillo y chimeneas humeantes o casas encaladas típicas de Andalucía. Esto se debe a que al momento de la ocupación y traspaso, más del 30% de población era de origen genovés, dados los intereses comerciales y la escala obligada en el viaje a América. Sin embargo, lo más curioso de Gibraltar, las estrellas del Peñón resultan ser sus macacos, los únicos simios que viven en libertad de Europa. Como llegaron hasta aquí sigue siendo un misterio que despierta diversas teorías, pero lo cierto es que estos reacios, aricos y muy territoriales monos son de las principales atracciones turísticas del Peñón. Habitan por todo Gibraltar, concentrándose en la Reserva Natural, sobre la parte superior del Peñón y donde es más sencillo tomar contacto con ellos es en el Mirador de los Monos. Cuenta la voz popular que el día que los macacos desaparezcan del Peñón, lo mismo harán los ingleses…

Los túneles bajo la Roca son otro de los grandes atractivos. Sumados a la cueva de San Miguel, hoy convertida en sala de conciertos, con una impresionante acústica y una capacidad para 400 personas, es posible conocer los llamados túneles de la Gran Asedio, excavados por los marinos mercantes que defendían Gibraltar durante el Gran Asedio entre 1779 y 1783. Se realiza un recorrido por ellos, donde se observan los antiguos cañones que defendían la frontera española a través de agujeros en los muros, hasta llegar a la inmensa sala San Jorge, otra cavidad natural usada como fortaleza de defensa. En total son más de 52 kilómetros de túneles, la mayoría bajo custodia militar del ejército inglés. Por sobre ellos y para llegar hasta la cima del Peñón, desde donde se obtienen vistas increíbles, es que se construyó en 1966 el teleférico, visita obligada para todos los turistas. La Estación Superior es desde donde realmente se puede tomar real conciencia de lo impresionante e importante que es Gibraltar. Desde la cima, observando hacia los cuatro puntos cardinales, se observa el por qué de su papel tan importante en la historia. Hacia el Norte, ya en plena Iberia, se pueden ver los picos de Sierra Nevada sobre la Costa del Sol, la inmensidad del azul mediterráneo se despliega hacia el este. Al sur África, tan lejana y tan cercana desde aquí y finalmente hacia el oeste, se deja adivinar la hendidura que Hércules abrió en la montaña para que las aguas del Atlántico inundaran el desierto Mediterráneo. Aunque ya en pleno siglo XXI y con las fronteras conocidas en constante expansión, desde la cima del Peñón de Gibraltar, es posible alcanzar con las manos el fin del mundo, Non Plus Ultra.


 
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