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17 de noviembre de 2008
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En primera persona: Turismo aventura para todos

Verónica Carolina González es una periodista ciega, amante del turismo aventura. En esta nota, comparte con todos nosotros su experiencia a bordo de un kayak, haciendo rafting y muchas otras actividades a las que no todos nos animamos.
En primera persona: Turismo aventura para todos
Verónica, remando en una de sus excursiones (clickear para agrandar la imagen)

Al hacer turismo aventura pude sentir el viento en la cara navegando en kayak, el agua salpicándome en los rápidos cuando iba remando haciendo rafting, el vértigo de volar con el Canopy o la libertad de volar en parapente. Pude disfrutar de esas actividades con voluntad de hacerlo y desafiándome a mí misma para derribar miedos propios y ajenos.

Al disfrutar de unas esperadas vacaciones, es conveniente informarnos acerca de las actividades que podemos realizar y luego, si tenemos alguna discapacidad o dificultad en el desplazamiento, acordar con el prestador la manera de concretarlas. Yo soy una persona ciega total, y mi experiencia fue altamente positiva a la hora de contratar excursiones. Sólo en una ocasión en que intentaba visitar las cuevas en Cerro Leones (Bariloche, Argentina), no se me permitió visitar una caverna subterránea, excursión que ellos mismos promocionaban como accesible. Es muy importante que juntos, quien hará la excursión y quien la coordina, evalúen la mejor forma para que confluyan en la actividad el disfrute y la seguridad.

Durante mis paseos en mi país, Argentina, pude disfrutar de actividades tales como: parapente, rafting, Canopy o esquí. En las actividades en el agua (rafting y kayak) es importante que las indicaciones de cómo y cuándo remar sean claras y luego, es mucho lo que se disfruta sintiendo el viento en la cara, escuchando el movimiento del agua a nuestro paso y saltando un poco al transitar por rápidos.

Me gustó mucho, al regresar con el kayak en Bariloche, remar contra el viento porque siempre me gustó esforzarme y es mucho más ameno que ir al gimnasio para sacar músculos en los brazos, ¿no? Pero ciertamente, al remar de ese modo, es clara la influencia de la acción en el rumbo del bote. En el caso del rafting, la forma de remar es bastante más sencilla, se utiliza un solo remo y al distribuirse la tarea entre el grupo de ocupantes de la balsa, se hace más simple. Cuando navegué en el Parque Nahuel Huapí, desde el lago Stephen hasta campo Piedra Pintada, junto con una amiga mía también ciega, viajaba además Nélida, una joven mujer que utiliza bastones para movilizarse, e incluso los prestadores han llevado en la balsa una persona con silla de ruedas, con lo que es una excursión a considerar si se tiene problemas de movilidad también.

En una experiencia riesgosa y divertida (clickear para agrandar imagen)En el caso del aire, el parapente me pareció una experiencia sublime. No se requiere de ninguna adaptación, ya que se vuela con una persona que conduce, con lo que no se corre ningún riesgo por tener discapacidad. Sólo es necesario que al aterrizar, el conductor avise y estirando las piernas hacia delante, se aterriza sentado y sin problemas. La sensación de volar en parapente es lo más parecido a la libertad absoluta que experimenté en mi vida. El escuchar solamente el ruido tenue de los parapentes, el sentir cómo atravesás una térmica subiendo y bajando, el mover los brazos al comenzar a descender y sentirte como un pájaro porque sigue tus movimientos, es una experiencia digna de ser vivida.

En el caso del Canopy, se vuela entre 8 plataformas que van incrementando su altura. Se utiliza un arnés que se sujeta al cable y traslada a la persona que debe frenar al arribar a la siguiente base. Para mí fue una experiencia muy linda, aunque al gustarme tanto, en ocasiones olvidaba frenar.

Considero sumamente enriquecedoras todas las experiencias vividas a la hora de realizar turismo, las que en algunos casos, han derribado barreras que yo misma ponía. Si nosotros mismos consideramos que no podemos hacer una actividad o ni siquiera contemplamos la posibilidad de disfrutarla, estamos aumentando innecesariamente las limitaciones que ya de por sí la discapacidad conlleva.

Nota y fotos: colaboración de Verónica Carolina González
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