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16 de marzo de 2015
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Volar en un avión de combate

Volar en un jet de combate. Aviones letales en los conflictos bélicos que se han reconvertido en una experiencia turística única, vertiginosa y exclusiva.
Volar en un avión de combate
Fotos gentileza de migflug.com

Por Armando Cerra
Está claro. Cada uno en los viajes de sus vacaciones hace lo que quiere, o lo que puede. Hay quien busca relajarse viendo el mar. Otros ansían empaparse de historia y arte. Otros unen tiempo libre, naturaleza y deporte. De entre estos, muchos añaden como ingrediente la aventura y el riesgo. Y luego están los que hacen cosas diferentes, que generalmente acarrean un coste económico considerable. Para estos que buscan lo singular y lo exclusivo han nacido varias compañías en el mundo que ofrecen la posibilidad de viajar a bordo de un avión de combate.
Se puede hacer desde diversas bases aéreas en Rusia, en Italia, Chequia, Canadá, Suiza, o los estados de Texas, Florida o California en Estados Unidos. En todas ellas se ofrece una experiencia única y muy completa. Ya que va mucho más allá del vuelo en sí.
Todo comienza con una breve charla con el experimentado piloto que comandará el vuelo. Él se encarga de dar unas cuantas explicaciones al cliente sobre el avión elegido, ya que hay varios modelos de caza que ofrecen este servicio y cada uno tienes sus particularidades. También ese piloto testea al invitado sobre la experiencia que quiere sentir. Algunos tal vez solo deseen alcanzar velocidades supersónicas, algunos llegan hasta eso, y otros tal vez deseen un vuelo mucho más tranquilo y todo lo placentero que puede ser volar en un jet de combate. Mientras que los más intrépidos estarán deseosos de sentir dentro de la cabina del avión el vértigo de las acrobacias en forma de giros, loopings, ascensiones verticales y descensos en picado, e incluso se pueden llegar a realizar vuelos rasantes a escasos metros del suelo.
Tras esa charla, en la que sobre todo se han de conocer piloto y copiloto, se sigue con la experiencia vistiéndose de aviador de guerra, ataviado con todos los elementos que hacen posible volar en esas máquinas. Y por fin, llega el momento de embarcar. A la pista de despegue, motores rugiendo, una aceleración indescriptible y …………….. Ya está, cualquier civil puede estar volando en un caza de combate.
Tras el shock inicial, el cliente comienza a habituarse al avión, ya observa con más atención todos los mandos que se despliegan en el habitáculo, visualiza, más bien siente el poderío de la nave, y está en permanente comunicación con el piloto. Hasta que de pronto, el capitán le invita a tomar por un momento los mandos. Eso sí, si lo desea y está suficientemente seguro de sí mismo.
Por supuesto que esto conlleva su riesgo, pero las compañías que ofrecen estos servicios dan suficientes garantías de seguridad como para que nunca haya ocurrido ninguna desgracia. Para empezar por la propia capacidad de los pilotos, porque todos ellos acumulan un elevado número de horas de vuelo. Al igual, que las compañías tienen en regla todos los permisos necesarios con aeropuertos y ministerios como para llevar a cabo esta propuesta y evitar percances inesperados.
A priori, la experiencia de volar en un avión de guerra es atractiva, porque no es algo que la gran mayoría de personas vaya a hacer a lo largo de su vida. Es parte del encanto de estas excursiones, su exclusividad. Por otra parte, las sensaciones de velocidad, vértigo y dominio que se han de sentir también tienen que ser únicas. Una emoción distinta, en la que seguro que vienen a la mente imágenes ficticias de películas y también crónicas reales vistas en los noticieros. Porque es indudable que para disfrutar en su plenitud de esta propuesta turística, hay que sentir apego, e incluso fascinación por los ambientes bélicos, o cuando menos por la atmósfera militar.
¡¡¡ Buen vuelo!!!

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