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17 de junio de 2009
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¿Se puede viajar embarazada?

Despeja todas tus dudas y toma nota de los siguientes consejos antes de planificar un viaje mientras esperas un bebé.

¿Quién dijo que no se puede viajar estando embarazada? En verdad, nada te lo impide. Solamente es conveniente tomar algunas precauciones. El destino, el tipo de viaje, el momento durante el embarazo, el transporte y la salud de la futura madre son algunas de las cuestiones que se deben tener en cuenta.

Obligatorio: consulta a tu médico

Es tu médico de cabecera quien mejor te conoce y puede evaluar si estás en condiciones de emprender un viaje. Su asesoramiento es clave antes de tomar cualquier decisión.

Cuándo es más aconsejable viajar

Por regla general, el mejor período para viajar es durante el segundo trimestre de gestación, entre las semanas 18 y 24. La movilidad materna todavía es buena, no existe riesgo de que se acelere el parto y los síntomas incómodos del primer trimestre han desaparecido.

Además, durante las primeras semanas el feto está en fase de formación y corre mayor riesgo por el ajetreo al que puede someterse la madre durante el viaje. Y enn los últimos meses aumenta el riesgo de parto prematuro.

Viajando en avión

Los viajes en avión preocupan a todas las embarazadas, aunque hay que precisar que el vuelo en sí mismo no afecta ni a la madre ni al bebé. Sin embargo, hay algunos puntos a tener en cuenta.

En primer lugar, consulta la política de la línea aérea con la que planeas viajar. Muchas aerolíneas no despachan billetes a mujeres que tengan más de 30 semanas de gestación. Pero esta limitación varía según la empresa y también de acuerdo a si se trata de un vuelo internacional o de cabotaje. En ocasiones se presentar un certificado médico y una carta de exención de responsabilidades firmada por la embarazada.

Elige tu asiento con antelación, de modo de tener la mejor ubicación posible: prefiere los asientos del pasillo, ya que tienen más facilidad de acceso y permiten estirar las piernas hacia afuera. Las zonas del avión más recomendables son la parte delantera y las que están sobre las alas, pues son las que sufren menos movimientos. No olvides tener en cuenta la ubicación de los baños; cuanto más cerca de ellos, mejor.

Colócate el cinturón de seguridad por debajo del abdomen, con cinturón supletorio si es necesario. Trata de efectuar breves paseos para evitar que las piernas se hinchen y bebe líquidos para contrarrestar la deshidratación que se sufre con frecuencia en la cabina de los aviones.

Más consejos útiles

Recuerda cuidar la alimentación y la salud en general, tal como lo haces en tu propio hogar. Estar de vacaciones no significa bajar la guardia ni descontrolarse.

Bebe sólo agua mineral, correctamente embotellada, o bebidas calientes previamente hervidas. No consumas cubitos de hielo, ya que podrían estar fabricados con agua contaminada. Tampoco laves tus dientes con agua de la canilla si ésta no es potable (ante la duda, es preferible usar agua mineral).

No comas carnes y pescados crudos o poco cocidos. Tampoco verduras o frutas crudas si no estás segura que fueron correctamente lavadas. Escápale a los alimentos comercializados en puestos ambulantes a la intemperie y opta siempre por comer en lugares donde te sientas segura de que son cuidadosos con la higiene y la preparación de los platos.

Evita largas exposiciones al sol y los horarios pico, para no sufrir insolaciones y golpes de calor. Y no dejes de usar una protección solar adecuada. Además, consume mucha agua o jugos naturales para evitar la deshidratación.

En la playa o la pileta, los chapuzones están permitidos pero deben evitarse cuando el agua está muy fría o agitada (por riesgo de contracciones) y la natación debe hacerse calmadamente. No practiques deportes acuáticos riesgosos como ski o motos de agua.

No realices ejercicios físicos extenuantes o actividades que exijan demasiado al cuerpo. Sé prudente con los riesgos deportivos o situaciones en las que puedas golpearte o caerte.

Usa siempre ropa holgada y cómoda, así como buenos zapatos. Asimismo, lleva contigo alguna prenda de abrigo para afrontar los posibles cambios bruscos de temperatura o protegerte cuando el aire acondicionado sea muy fuerte.

Por último, contrata un servicio de asistencia al viajero que garantice cobertura médica integral en el lugar de destino así como durante los traslados.

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