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27 de octubre de 2016
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Comiendo en casa particulares

Como la comida también es esencial a los ojos y al paladar, las casas particulares abren sus cocinas para compartir su propio ritual.
Comiendo en casa particulares

¿Por qué viajar si no es para descubrir? Escenarios, música, gastronomía… Estos son, cambiando su orden en la lista, los ‘pretextos’ preferidos de los turistas. Y si de buen comer se trata, entonces una novedosa manera de ‘saborear’ lo nativo es sentarse en la mesa de un anfitrión, cocinero, y residente a la vez, del lugar que se visita. 
La propuesta de comer en casas particulares (algunas casas modernas y otras no tanto) tiene ya unos años de experiencia con resultados realmente asombrosos. Incipientemente, tuvo su aparición en las grandes urbes de países como Alemania y España, pero rápidamente este modo de comer se exportó a distintas partes del mundo con igual éxito. Actualmente, vivir una experiencia gastronómica de este tipo es factible en cualquier ciudad importante y, con el correr del tiempo, otros lugareños de sitios menos cosmopolitas, también se fueron sumando a la idea de abrir las puertas -y la cocina -de sus casas. 
Auténtica comida casera
Son muchos los comensales que pagarían un alto precio por degustar una comida “casera” a diario, con sabores reales, con los aromas inundando los espacios comunes de su propia casa. Cuando se viaja, los buenos paladares y los deseos deconocer en un sentido amplio acrecientan esta demanda. Expectantes de vivir situaciones que realmente les permitan apropiarse de la esencia del lugar, los turistas pueden sumergirse en circuitos gastronómicos que los acerquen tanto como puedan a captar lo auténtico en lo casero de una comida. 
La oferta de comer en casas particulares se difunde y masifica a través de sitios webs específicos, algunos a nivel local y, la mayor parte, a nivel mundial. La hiperconexión llegó también para brindar respuesta y, por sobre todo seguridad, a los viajeros que buscan comer como si se fuera un residente local más. Varios sitios webs ofrecen los servicios de comer en casas particulares de forma rápida y muy sencilla. Solo se necesita formar de una de estas comunidades mediante un proceso de registro, elegir el país y la ciudad a visitar, escoger entre las opciones (barrio, menú, costo) día y hora, y listo: ¡la mesa estará servida!
Para quienes aún no hayan incursionado en este turismo gastronómico, es importante que sepan que, por regla general, hay un mínimo de requisitos que se debe cumplir para ser parte de la propuesta de casas particulares cocinando para viajeros. El más relevante hace referencia a la calidad de los platos y la experiencia como cocineros -aunque vale aclarar que no es necesario ser un chef profesional-. También una variedad de imágenes aporta a la credibilidad del servicio, pues nadie quiere salir timado. Por último, lo que más vale para todos: la palabra de quien vivió la experiencia. Pasan los años, la revolución tecnológica ha hecho lo suyo, pero el boca a boca sigue funcionando como siempre. Las recomendaciones en forma de comentarios de otros turistas gastronómicos definen por el SÍ o por el NO. 
¿Ventajas? Casi todas. Mediante este sistema que adoptó el nombre de mealsurfing, se puede comer un menú local que sea rico, de calidad y a bajo costo. Hasta aquí todo puede conseguirse en algún restorán de mediana categoría, es cierto. Sin embargo, este modo de comer tiene un plus que no se hallará en otro lugar: compartir una experiencia social. Comer con muchas personas complica las relaciones, comer con pocas pero en mesas apartadas también. Pero comer en casas particulares tiene un doble de satisfacción: la esencia del lugar es captada de forma multisensorial: a través del paladar en primera instancia. No obstante, lo visual adquiere un protagonismo central pues de este modo se accede a una casa familiar y se pueden observar sus espacios y cómo se convive en él. También lo auditivo, ya que otras personas -incluido el cocinero-estarán allí formando parte del diálogo de la mesa,ese ritual tan ancestral como el hombre mismo. 
¿Desventajas? Más que desventajas, ciertos puntos para tener en cuenta. Atender los gustos personales es fundamental. Se probarán sabores que tal vez no sean de nuestro agrado; lo mismo que en cualquier otro sitio de comida, el riesgo de que no sea rico está. Comprobar la accesibilidad al lugar chequeando el mapa es otro punto importante según el alojamiento en el que se esté. Y lidiar con la ansiedad de compartir una cena, almuerzo o té con desconocidos también puede hacer mella en nosotros, aunque tenga su encanto, sobre todo para los intrépidos. 
Como se ve, el concepto de conocer a partir de un viaje se va ampliando, cambiando junto con las necesidades de quienes no se resignan a vivir una sola vida. Llamémosles viajeros, personas ávidas de acercarse y captar la esencia de lo ajeno. Ahora también sus sabores más propios.

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