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29 de marzo de 2013

Camboya: recorriendo la tierra de los jemeres

El país del antiguo imperio se alza como un gran atractivo en la región, para quienes busquen combinar historia, gastronomía y naturaleza.

Por Ignacio Stábile
Camboya, Kampuchea Democrática, República Jemer. Los nombres de este estado del sudeste asiático han variado tanto como la agitada historia local, que tuvo momentos tan disímiles como el antiguo Imperio Jemer (o Khmer) hasta los años brutales del régimen de Pol Pot, marcado por uno de los genocidios más resonantes del siglo XX, que terminó con la vida de un cuarto de la población camboyana (actualmente viven en el país más de 13 millones de personas, encontrándose también una enorme cantidad de refugiados en el sur de Vietnam).
Después de un siglo de dominio colonial, cuando Camboya conformaba, junto a Laos y a Vietnam, aquel protectorado denominado Indochina francesa, y de los difíciles años de los jemeres rojos en la década de 1970, el país se ha posicionado como un destino tradicional en la región del río Mekong.
Actualmente, el Reino de Camboya (así su denominación oficial) ofrece tanto modernidad y diversidad en su ciudad capital Phnom Penh, como una gran cantidad de sitios históricos y arqueológicos pertenecientes al Imperio Jemer esparcidos a lo largo del antiguo territorio de esta civilización, que comprende los actuales países de Tailandia, Laos, Vietnam y, claro, Camboya.
La capital del país, con más de un millón y medio de habitantes, se encuentra en la confluencia de los ríos Mekong y Sap, haciendo de Phnom Penh un importante puerto fluvial. El nombre de la ciudad es en homenaje al Wat Phnom Daun Penh, cuya traducción del idioma jemer al español sería “templo colina”, que se construyó en 1373 para alojar cinco estatuas de Buda.
Luego del régimen de los Jemeres Rojos en la década de 1970, el cual expulsó a los habitantes de la ciudad por declararlos enemigos y de erigir una gran cantidad de centros de tortura, la ciudad comenzó en 1990 a reinstalar los edificios administrativos del nuevo gobierno nacional que constituyen, en la actualidad, algunos de sus mayores atractivos. Uno de ellos es el Palacio Real (Preah Barom Reachea Vaeng Chaktomuk), sede de la monarquía camboyana, construido en 1866. No muy distante se encuentra uno de los puntos emblemáticos de la ciudad: el monumento de la Independencia, declarada en 1958.
Si se busca adentrarse en la historia y el arte del país, el mejor lugar es el Museo Nacional, dentro del cual destaca la escultura jemer, que puede verse reproducida en infinidad de lugares.
La moderna capital ofrece variedad de locales gastronómicos y restaurantes donde degustar la comida camboyana, que combina influencias de China y la India. Carne frita, verduras al vapor, pescados y arroz conforman una parte importante de la dieta de los habitantes, sin el infaltable sabor picante.
Para adentrarse en la Camboya campesina y escaparle a la ciudad capital, una buena alternativa es visitar la aldea flotante de Chong Kneas, ubicada en el lago Tonle Sap (“lago de agua fresca” en jemer), el mayor lago de agua dulce del sudeste asiático y una importante reserva natural.
Tomando una embarcación y con la ayuda de un baqueano, es posible interiorizarse sobre la profunda relación que poseen los habitantes de esta zona con el agua: su medio de vida, al fin y al cabo.
Cerca del lago Tonle Sap se encuentra la famosa localidad de Siem Reap, sin lugar a dudas, la ciudad que nadie deja de visitar en su paso por Camboya ya que sirve de base para conocer las famosas ruinas del Imperio Jemer, el cual se desarrolló entre los siglos IX y XIII, con capital en Angkor.
Con una enorme oferta hotelera, que va desde albergues juveniles a resorts de máxima categoría, este pueblo se encuentra a pocos kilómetros de la zona arqueológica, a la cual se puede acceder en transporte organizado por agencias de viaje o en una de las formas cuyo nombre el visitante no dejará de escuchar un instante: el tuk tuk, un servicio de taxi-motocicleta más que habitual en la región.
De todos los palacios y templos que se encuentran esparcidos por el país, uno de los más famosos es Ta Prohm. Más allá del interés que pueda generar en el visitante la historia de la cultura jemer, nadie deja de sorprenderse por el avance de la naturaleza sobre las diferentes estructuras del templo. Es uno de los pocos que no ha sido restaurado completamente y despojado de los árboles y la vegetación, los cuales se han entremezclado con la piedra y la arenisca usada en la construcción. Los ficus, con sus enormes raíces, han deformado algunas estructuras pero también preservado otras.
Debido a su fascinante aspecto, Ta Prohm ha sido escenario de varias películas, entre ellas Tomb Raider y Transformers III.
Pero si se quiere ir en búsqueda de la postal típica de Camboya, hay que dirigirse al monumental sitio de Angkor Wat, el templo más famoso del complejo de Angkor. Sus imponentes 200 hectáreas están rodeadas por un foso artificial de 1,5 por 1,3 kilómetros, lo cual destaca aún más el lugar.
El templo data de fines del siglo XII y fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1992.
Está dedicado al dios del hinduismo Vishnú y su mayor característica son las cinco torres que sobresalen del centro del templo, de las cuales la mayor posee más de 60 metros de altura. Es la obra máxima en la historia jemer y un orgullo para todos los camboyanos, quienes invitan al visitante a no perderse una fotografía de las torres reflejadas en el agua del foso y a disfrutar la puesta de sol sobre el mismo, como simbolizando ese ocaso final que vivió el imperio en el siglo XV.
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