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23 de noviembre de 2016

Castillos humanos: símbolo y tradición catalana

Los castells son un ícono cultural con más de doscientos años. Tienen entre 6 y 10 pisos, incluyen a varias generaciones y se los puede disfrutar de abril a noviembre en distintas festividades.

Por Cynthia De Simone
Si quieres saber cómo alcanzar el cielo con los pies en la tierra: hay una fórmula secreta. Para ello deberás trasladarte a la región de Cataluña, en  España, donde podrás contemplar en vivo la magia de los castells:“castillos humanos” que conforman una verdadera fortaleza.
Esta tradición se remonta al siglo dieciocho, cuando los habitantes de Valls -a 100 kilómetros de Barcelona- finalizaban la muestra de folklore ball de valencians (baile de valencianos) levantando una figura humana. Estas torres con el tiempo se extendieron a los Campos de Tarragona y Vilafranca de Penedés, hasta convertirse en los castells actuales, símbolo de la cultura catalana.
Los participantes de estas atractivas “edificaciones” reciben el nombre de castellers. Para llegar a ser uno de ellos, el único requisito es tener ganas y respetar su lema: “fuerza, equilibrio, valor y cordura”, ya que no existe distinción por género, edad, cultura o religión. Por eso para sus miembros, pertenecer a una colla (equipo) es una identidad que los llena de orgullo.
“Esta es una actividad física que engancha mucho”, explica Arnau Rafecas, casteller y entrenador físico de “Castellers de Vilafranca”, el equipo ganador del Concurso de Castellers de Tarragona, por novena vez consecutiva.
“Entre abuelos, padres e hijos, en mi colla participan hasta tres generaciones juntas: es toda una colectividad”, dice Rafecas entusiasmado.
Para armar estas pirámides que pueden tener hasta 10 pisos de altura, hace falta formar una buena base (pinya) que le dé estabilidad a la estructura. Allí abajo suelen estar los abuelos formando un gran anillo sobre el cual se distribuye el peso de la carga. También hay amigos, familiares y gente del público. La función de la pinya es hacer de “colchón humano” ante posibles caídas. Pero también apuntalar el tronco (tronc) la parte “visible” del castell compuesta por varios niveles y un número específico de personas, donde suelen ubicarse los padres o madres del grupo. A su vez, los más jóvenes (hijos) trepan por encima de los hombros de éstos; armando figuras.
La parte superior de la torre le está permitida únicamente a los niños (enxaneta) por un tema de peso. Al llegar a la cúpula, la criatura (puede ser algún nieto o nieta de entre 5 y 7 años)  saluda al público unos segundos y desciende de inmediato con el resguardo de un casco y protección bucal.
El grado de dificultad del castell lo determina la cantidad de personas implicadas y la altura de sus filas. Una de las más complicadas es la 4 de 10, una torre de diez pisos con 4 castellers en cada uno.
Más allá de las cuestiones técnicas, la emoción de vivir este espectáculo in situ es algo indescriptible. Una combinación de tensión y alegría, una experiencia en la que con cada movimiento se crea un universo propio.
La música es otro ingrediente clave gracias al sonido de las grallas (gralles)y los tambores que generan un clima muy especial. El uso de este instrumento de viento tradicional catalán acompaña a los castellers en su entrada y salida a escena. También les indica a los de la “base” el momento exacto en que el niño o niña llega a la cúpula.
El fenómenode los castells propicia un ambiente de camaradería, audacia y diversión. Es posible verlo cada año entre abril y noviembre en distintas fiestas populares de Cataluña que actualmente cuenta con más de 60 collas.
La mayoría de las collas hacen entre veinte y treinta actuaciones por año. Por lo general transcurren en la plaza mayor del pueblo, delante del ayuntamiento, donde participan dos o tres collas ante un público aficionado que aplaude su evolución e incluso colabora sumándose a la pinya.
En Vilafranca de Penedes, una buena oportunidad para ver este espectáculo es durante la Fiesta Mayor, que comienza el día 29 de agosto y se extiende durante tres días, con bailes, música y teatro callejero. Al día siguiente se celebra San Félix, una festividad religiosa donde el plato fuerte es la exhibición de las "collas castelleras", justo delante del Monumento a los Castellers.
En Barcelona, la fiesta más importante para la "colla" se celebra en la Plaza San Jaime el domingo más cercano a La Merced (24 de septiembre). Pero entre otras, está la Fiesta de la Verneda (en noviembre), en esta ciudad que cuenta con diez collas activas.
En Tarragona, la más tradicional es la diada de Santa Tecla, el mismo día de su patrona (23 de septiembre) con la presencia de las cuatro collas locales. Cada dos años además se realiza el “Concurso de castells de Tarragona”, una competencia en la que participan las principales collas del país. Esta festividad tiene lugar el primer domingo de octubre de los años pares, donde cerca de 6000 personas disfrutan de un espectáculo pago de primer nivel: el único donde un jurado minucioso elige el castell ganador.