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12 de mayo de 2017

Lujo sin límites: excentricidades de viajeros con billeteras abultadas

Vivir a bordo de un barco que nunca llega a destino, conocer el espacio o la Luna, ir de camping con carpas calefaccionadas y muebles de ratán, vacacionar en islas artificiales son algunas de las elecciones de hombres y mujeres dispuestos a pagar cualquier suma y a realizar las más impensadas prácticas con tal de sentirse más cerca de la tan ansiada felicidad.

Hacer turismo muchas veces está asociado al placer que produce conocer lugares nuevos, caminar sobre la arena de alguna playa paradisíaca o recorrer aquellos sitios donde se decidió el rumbo de la historia. Sin embargo, y sobre todo cuando el valor económico de las travesías no es un impedimento, existen otros casos donde el gusto por viajar requiere un plus que va de la mano de lo excéntrico. Para muchos ricos y famosos, el placer de viajar debe cumplir y conjugar esas ansias de sensaciones inéditas con el indispensable toque de la exclusividad.

El magnate norteamericano Dennis Tito llevó al extremo esta premisa cuando en abril de 2001 se convirtió en el primer turista espacial. ¿Cómo? Sí, desembolsó 20 millones de dólares, entrenó durante varios meses y viajó al espacio por ocho días con dos cosmonautas rusos.

Una experiencia similar atravesó Anousheh Ansari, una multimillonaria estadounidense de origen iraní que se transformó, en 2006, en la primera mujer turista espacial de todos los tiempos. Claro que, para cumplir el anhelo que tanto cobijó desde niña, debió pagar primero 21.5 millones de dólares.

Space Adventures, Space Island y Virgin Galactic Airways son algunas de las empresas especializadas en turismo espacial.

Ese es el espíritu de un legítimo hombre o mujer millonario desapegado de las tradiciones. Vale recordar los ejemplos de celebridades como Michael Jackson que, por miedo a los gérmenes, declaró que duerme dentro de una burbuja y quema su ropa a diario; o el actor Jim Carrey que envía todas las semanas a su perro a un masajista especializado en terapias caninas para que le liberen del estrés acumulado.

Excentricidades si las hay, mezcla entre obsesión y placer, que motivan la aparición de nuevas necesidades, servicios y experiencias de las más variadas que van desde la idea de cubrir una pared entera con pantallas de plasma a la creación de consultorios médicos solo para millonarios.

Morir en la luna

“Haré todo lo que pueda mientras viva”. Seguramente esta es la premisa de todos los ricos del mundo preocupados en alcanzar los máximos placeres en vida. Sin embargo, podrían relajarse un poco sabiendo que tienen la posibilidad de inmortalizarse con el toque de distinción que los desvela.

Una empresa estadounidense, atentos a esa búsqueda casi desenfrenada por lo excéntrico, ha decidido especializarse en funerales espaciales que ofrece sus servicios a aquellos que quieran hacer de la luna su última morada.

La firma Celestis Inc. cerró acuerdos con Odyssey Moon Limited y Astrobotic Technology Inc. para enviar restos humanos a la luna a través de vuelos privados en cohete. El sueño de extender el alcance de la humanidad hasta las estrellas, como señala la empresa a la hora de vender su servicio, cuesta 10 mil dólares.

Cabalgata deluxe por los Andes

¿En busca de emoción y aventura, pero sin resignar comodidad? Quienes no estén preocupados por el precio podrán disfrutar de una travesía a caballo por la cordillera de los Andes disfrutando del paisaje como si fueran reyes.

Empezando por el alojamiento, todos los detalles están cuidados al máximo. A falta de hoteles de alta categoría, las carpas ofrecen lujos con los que no cuenta ningún camping tradicional: camas mullidas, sábanas y frazadas, sillones de ratán, mesa de café, alfombra, toallas y batas, calefacción y duchas de agua caliente. Las comidas son otro punto al que se le presta toda la atención: mesa, sillas, manteles y servilletas, platos de loza, vasos de cristal, exquisitos vinos y platos preparados por un chef internacional.

Si de placer se trata

Otras novedosas actividades desarrolladas por los ricos tienen que ver con vivir sobre el agua y lejos de la tierra. En Dubai (Emiratos Árabes Unidos), por ejemplo, se están construyendo las tres islas más grandes hechas por el hombre, que contendrán un gran número de áreas residenciales, comerciales y de entretenimiento: The Palm Jumeirah, The Palm Jebel Ali y The Palm Deira.

Las islas tendrán mas de 60 hoteles lujosos, 4000 villas residenciales, 1000 casas únicas, 5000 departamentos costeros, puertos deportivos, parques temáticos acuaticos, restaurantes, centros comerciales, instalaciones deportivas, spas de salud, cines y varios sitios de buceo, todo a la medida de los robustos magnates que sin duda estarán dispuestos a vivir en una isla.

Asimismo, muchos de los dueños más poderosos del planeta también eligen vivir todo el año en el mar. El barco residencial “The World” surca los mares del mundo sin llegar nunca a destino, llevando a bordo a pasajeros muy especiales: millonarios que compraron o alquilaron los 165 residencias del buque, cuyo valor oscila entre uno y más de seis millones de euros cada una.

No quedan dudas de que si existen estas ofertas es porque hay un público que está dispuesto a pagar por ellas. Lo mismo ocurre con el que compró el auto más caro del mundo, por 7 millones de dólares, o el vestido más costoso por 700 mil euros, un perfume por 136 mil euros, o aquel que se suscribe a revistas especiales para ricos que llegan a los 9 millones de pesos.

Luego de este recorrido por actividades difíciles de imaginar, la idea de que el dinero lo puede todo se vuele realmente verosímil. Sin embargo, estas ansias de gastar sin límites y de llevar al extremo los deseos tiene su costado negativo. Nadie se conforma con lo que tiene. Una afirmación que parece falaz cuando pensamos que con billetes se puede comprar todo lo que uno quiere. Sin embargo, en Rusia parece que esto es realmente así: el inconformismo alcanzó un nuevo récord. Hace algunos años fue noticia que millonarios rusos, cansados del confort y la rutina de sus lujosas vidas, ofrecieron hasta 6 mil euros para pasar una noche en Moscú trabajando como camareros, taxistas o incluso prostitutas. Por lo visto, los ricos quieren pasar desapercibidos, volver a lo natural y que nadie los moleste. En definitiva, lo que más quieren es ser ricos, pero tener los beneficios de no serlo. Un enigma que no se resuelve con dinero.

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