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15 de julio de 2016

Vive el verde natural en Manaos

En la capital del estado amazónico de Brasil se respira un verde intenso. Lejos de su mercado afrancesado y de los vestigios europeos que sobreviven como huellas de su historia, Manaos se deja querer por su abundante y enigmática selva.

Por Osjanny Montero González
Sabemos que la Amazonía es gigante, que es compartida por Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela y que no siempre acceder a ella es tan fácil, debido a que sus territorios aún son reclamados por sus tribus originarias y, también, a que muchas zonas se mantienen tan apartadas que pareciera, sólo el equipo de Indiana Jones y El Reino de la Calavera de Cristal pueden conquistar, para recordarnos esa antigua (y eterna) quimera de El Dorado.
Pero, los caminos verdes en Manaos están abiertos para ser recorridos y sus millones de visitantes anuales dan cuenta de lo maravillosa que resulta la experiencia de estar en contacto con humedales, árboles gigantes, nacimiento de ríos y animales tan mágicos que parecen sacados de cuentos de hadas.
Horizonte verde, caminos de agua
Te proponemos empezar tu recorrido desde el centro de la ciudad, en su puerto. Allí salen, diariamente, botes y embarcaciones de variados precios y estilos que te llevan al corazón de Manaos. Una opción está a una hora de caminos de agua y se le conoce como Parque ecológico Januari, hábitat de monos Macacos y cocodrilos Yacares, dos de las especies más significativas de la Amazonía.
Una vez dentro de la selva, la sensación de ser protagonista de esos documentales televisivos de NatGeo o Discovery se incrementará al ser testigos de que el cielo va perdiendo sus tonalidades azules, para transformarse en una extensión de la verde naturaleza reflejada en las aguas. Sentir Manaos es también observar su horizonte texturizado por hojas y troncos de Samauma, árbol mayor a los 40 metros de altura e  insignia del místico lugar.
Aunque para muchos viajar en épocas de lluvia no sea cómodo, nosotros recomendamos olvidarte del barro y abrirte paso a la aventura de ser testigo presencial de las hermosas Victorias Amazónicas, esos nenúfares redondos y enormes que flotan sobre el agua y que sólo se abren después del atardecer para perfumar la noche con ese suave olor a albaricoques, con el que estamos seguros dormirás gustoso en uno de los tantos lodges u hostales con hamacas que ofrece este destino no apto para asustadizos.
Lo que sí recomendamos es llevar un buen repelente y mosquitero, porque a cualquier hora del día, los insectos estarán muy dispuestos a brindarte varios pellizcos si no vas preparado.
Si después de atravesar el Januari tu entusiasmo se mantiene arriba, es una buena oportunidad de adentrarte hasta el archipiélago de Anavilhanas, ubicado sobre las aguas del Río Negro, en una región alejada de turistas y con mucha presencia de etnias locales y aves nativas de la selva como tucanes, loros, águilas pescadoras y patos.
Este recorrido es bueno hacerlo en una canoa pequeña, para que una vez dentro disfrutes del camino de Igarapés o bosque inundado, sectores de baja profundidad cubiertos por el agua producto de las lluvias y que, aunque pueden ser recorridos a pie, con unas buenas botas, es más grato ir arriba de la humilde embarcación para sentir el lento fluir del agua y observar el follaje fresco de la selva.
Una buena noticia es que en esta zona los mosquitos ya no serán problema, debido a los minerales ácidos que componen el agua.
Abrazo de ríos, animales rosados
Para esta travesía debes regresar al este de la ciudad de Manaos y asaltar su embarcadero, conocido como el CITE, desde el que salen pequeños botes con destino al punto más extremo del Río Negro y lugar de nacimiento del gigante Amazonas.
En principio el paisaje parece aburrido, pero minutos después se van descubriendo casas elevadas sobre el río, llamadas palafitos, desde las que recibirás el saludo de niños y abuelos nativos de la región, quienes al igual que Los Uros sobre el lago Titicaca hacen del agua su hogar y suelo. Con las familias étnicas también podrás pescar Pirarucu, uno de los peces más grandes de la Amazonía.
Y, si hablamos de animales; durante el recorrido también es posible que unas simpáticas toninas rosadas se te crucen en el camino para ofrecerte y exigirte cariño. Estos delfines de agua dulce son la visita más esperada por turistas que anhelan abrazarlos y juguetear con ellos bajo el agua, debido a sus propiedades curativas y a su color y textura tan mágica.
Después del baño y encuentro reconfortante, es momento de observar cómo la corriente turbia y espesa del río Negro se abraza a las aguas de color arena del río más abundante del mundo, nuestro gran Amazonas. Los colores, texturas y temperaturas de ambos afluentes ofrecen un espectáculo a la vista y a la memoria, que años después atesorará el momento como uno de sus mejores viajes por Suramérica.
Ve preparando tu viaje a Manaos, porque la temporada de lluvias inicia en diciembre y finaliza en mayo. ¿Imaginas celebrar año nuevo entre humedales y atardeceres sobre el Amazonas? Sería una experiencia realmente revitalizadora que te cargaría de energías para empezar un año nuevo.